28 de agosto de 2009

En busca del tiempo perdido

UN HUECO, de y dirigida por Juan Pablo Gómez. Producción: Luciana Zylberberg. Diseño de Iluminación: José Pigu Gómez, Carolina Rolandi. Asistencia de Dirección: Natalia Gutiérrez. Intérpretes: Patricio Aramburu, Nahuel Cano, Alejandro Hener. Sábados a las 22. Club Estrella de Maldonado, Av. Juan B. Justo 1439. Solamente con reservas al 15.5708.5927 o a unhuecoteatro@gmail.com

Antes del célebre pasaje de la magdalena Marcel Proust dice que es trabajo perdido querer evocar el pasado, que el pasado se esconde en un objeto material cuya presencia ni siquiera sospechamos. Es un buen ejercicio leer En busca del tiempo perdido sin la linealidad de la lectura, porque justamente se produce ese efecto revelador cualquiera sea el párrafo en el que caiga nuestra mirada. Quizás después con James Joyce y con Jorge Luis Borges se haya completado desde la literatura el perfil revelador de los actos humanos, pero la obra de Proust es tal vez la primera marca indeleble en la forma de narrar el alma del hombre contemporáneo. Y en algún punto podríamos conjugar la sensación de leer a Proust con observar alguna de las ilustraciones de Norman Rockwell para el Saturday Evening Post. En el trazo claro y realista de Rockwell se aprecia la observación que su autor hacía del tiempo que le tocaba vivir, una observación cariñosa hacia la gente. Aquí les dejo una estampa para que lo recuerden:

En UN HUECO Juan Pablo Gómez enfrenta a sus personajes al fin de la inocencia. Para este cronista los finales no pueden ser felices porque si las cosas se terminan significa que a partir de ese momento todo será evocación, y convengamos que las evocaciones (pensándolas dulcemente) suelen ser melancólicas. Luego de un final feliz no queda nada. Un final feliz es devastador. Y si el fin de la inocencia no es feliz es porque se da la mano con la muerte, y la muerte no es otra cosa más que la evocación de la vida. De esto habla UN HUECO, y lo dice de forma notable.
Poco sabremos de Mati, salvo que era profe de fútbol en el club y que le pondrán una plaquita en la cancha. Mati se murió, y Maxi, Lucas y Huguito están ahí para despedirlo. Los amigos se acercan a los 30 y están vestidos sobriamente; el traje tendría que darles un aire formal, pero en ese momento del velatorio pareciera que está promediando la fiesta y están descansando para seguir el baile. Algo de eso hay en la sensación de los tres, tienen ganas de seguir bailando, quieren escaparle a la tristeza. Pero la tristeza los invade, se cuela desde afuera: es triste ver a los deudos junto al cajón, es triste observar que alrededor la chatura del pueblo es como un ataúd, y son tristes los sandwichitos de miga que sirven las azafatas (aunque parece que los de pernil están mejor). ¿Qué pasará con ellos cuando salgan del vestuario y deban enfrentarse con el resto de sus vidas? ¿Podrán llorar? Tal vez la única solución sea esconderse.
Si UN HUECO es una pieza profunda es porque su planteo es muy simple. Maxi, Lucas y Huguito no tienen horizonte al que perseguir y los descubrimientos que hacen de la vida ya dejaron de sorprenderlos; el estado de las cosas es tan filoso que los parte al medio, y en ese sentido escaparse no los lleva a ningún lado, como le ocurre a cualquiera de nosotros todos los días. El gran mérito tanto del texto como del espectáculo es que Juan Pablo Gómez utiliza recursos del realismo no para hallar la verdad sino para recrear un verosímil, y encontrar humor en el dolor u hondura en la superficie es porque en todo momento Gómez se preocupó por hacer de UN HUECO un espectáculo afectuoso. No es un dato menor este. UN HUECO cabe en la palma de la mano.
La utilización de un vestuario del Club Estrella de Maldonado para montar la obra no es una excentricidad ni se queda en el hecho anecdótico: es el alma de la pieza. Cuando un espacio común es utilizado con otros fines la perspectiva de las cosas se subvierte. La espera en un pasillito, matizada con café y ginebra, presidida por un arreglo floral de la Comisión Directiva y machacada por la música funcional, es el preparativo más adecuado para introducirnos en un mundo conocido y ajeno. Somos ajenos a la situación pero allí estamos, y estamos tan cerca que quisiéramos participar, por lo que el extrañamiento inicial es una forma de acercar la distancia de la cuarta pared hasta transformarla en una ventana por donde espiamos el interior. Maxi, Lucas y Huguito disuelven por este efecto a los tres actores que los interpretan (Nahuel Cano, Patricio Aramburu y Alejandro Hener, respectivamente), y si son personas y no personajes es porque una vez presentados ya somos parte de la ceremonia, y nos atrincheramos con ellos para resistir la tristeza y convertir el teatro en puro espíritu.
El mejor momento de UN HUECO tiene que ver con recuperar el pasado. Los tres bailan la danza de las palmas, una danza ritual jasídica que traduce la alegría que no pueden expresar las palabras. Entonces recuerdan los trece años de Huguito y su Bar Mitzvá, y recién ahora son hombres. La magdalena de Proust se disolvía, como su infancia, en dos cucharadas de té, y lo que nos hace hombres, lo que nos hace adultos, es recuperar la infancia y descubrir que seguimos intactos. Y si nos dan ganas de llorar no seremos menos hombres, quizás seamos más humanos.

22 de agosto de 2009

Día de damas para toda la familia

¡Disculpen el atraso de dos días! Desde esta semana el blog se actualizará los sábados.
Hoy espectáculos realizados desde la cartera de la dama con el beneplácito de la familia: BUSCADO, de Agustina Gatto, LUISA, de Daniel Veronese, IAGO - ESCENA PARA UN CRIMEN, de Edgardo Dib y Margó Menéndez, TODOS LOS SECRETOS, de Ramiro Lehkuniec y Ulises Romero, y UNA FAMILIA DENTRO DE LA NIEVE, de Guillermo Arengo. Además salió el número 11 de MUTIS X EL FORO y la revista cumple dos años. Búsquenla en sus teatros preferidos o pasen por el link: http://www.mutisxelforo.com.ar/
Por otro lado les cuento que mi amigo José Luis Visconti ganó el Primer Premio con su libro ANIMALES / AGUA en el Certamen Internacional de Poesía Premio María Eugenia Vaz Ferreira, organizado en Montevideo (Uruguay) por el Grupo Cultural B.L.A.N.C.O. Les transcribo uno de los poemas así lo conocen a José Luis.

35.habíamos pensado en nadar

habíamos pensado en nadar
los ruidos del agua nos obstruyeron

lo que se veía a nuestros pies
era la turbia reacción del terremoto en forma de calizas

entonces dejamos la idea
flotamos a lo largo de las horas
esperamos a las ballenas

el efecto duró tan poco
que lloramos toda la tarde.

Buscado -VIVO(S) O MUERTO(S)

BUSCADO, de y dirigida por Agustina Gatto. Diseño de Iluminación: Leo D’Aiuto. Diseño de Espacio: Anabella Gatto. Sonido: Matías Gutiérrez, Guido Deniro. Música Original: Nicolás Falcoff. Video: Lucas Villegas. Intérpretes: Germán de Silva, Oscar Núñez, Silvia Giusto, Julián Larquier. Miércoles a las 21. Teatro del Abasto, Humahuaca 3549.

Un hombre busca a su hijo y a este hombre lo encuentra su padre. El hombre que busca a su hijo es un perdedor, el hijo está perdido, el padre quiere perderse. La lógica conduce a la mujer, que puede darte la vida o arrancártela. Y no importa donde estemos, si en Tokio, en México o en Nueva York, porque en todas partes somos los mismos queriendo escapar de nuestras cajas de cristal.
BUSCADO es un texto breve, formado por elipsis que le quitan cronología al tiempo y le dan totalidad a la idea (el ser uno mismo a partir de la propia desintegración), y a la vez es arduo por las lecturas que ofrece y por su resonancia. Es un texto de arquetipos concretos -el viaje de Ulises y el vuelo de Icaro, por ejemplo- que adquiere su forma desde las imágenes conceptuales que transmite la palabra como también de las imágenes que proyecta la representación. En BUSCADO la utilización de elementos multimedia remite a la duración de las cosas ya que el momento único del teatro contrasta con la repetición constante del cine, como si la verdad del aquí y ahora fuese una revelación perpetua más o menos notoria por efecto de la luz, luz que crea espacio y atmósfera y decide el destino de los personajes.

Luisa -BALADA DE ESPECTROS

LUISA, de Daniel Veronese. Dirigida por Vanina Montes. Asistencia General: Florencia Suárez Bignoli. Intérprete: Luciana Monasterio. Viernes a las 21.30. El Gran Crespo, Ramírez de Velazco 1427. Reservas al 15.6356.9177

Luisa, con su plantita perenne entre los brazos a la que un huracán parece haberle dado forma, con su tapadito rojo y su penita a cuestas, viene a visitar la memoria de mamita y le habla de Agustín, su amorcito, el pequeño tesoro que guarda en el corazón como en una cajita de secretos. No importa que Agustín se haya ido, que mamita esté muerta y que las plantas nos sobrevivan; importa el dolor, el dolor de no ser ni siquiera nostalgia para los otros. Antes de reversionar a Chejov y a Ibsen, Daniel Veronese escribió en 1993 este monólogo donde los que quedaron al margen no volverán a formar parte del texto, como los vecinos de los barrios industriales que se quedaron sin fábricas y sin recuerdos. La puesta de Vanina Montes subraya el mínimo universo de Luisa y sus espectros, mundo que el barrio ya no contempla porque parece una tumba de mármol blanco como la parecita del frente de la casa de Luisa, y pone acertadamente el peso del espectáculo en la actuación de Luciana Monasterio, cuya Luisa de frágil fortaleza aún tiene vida en los ojos y nos pide el compromiso de emocionarnos, un pedido subversivo cuando la sociedad se deshumaniza.

Iago-Escena para un crimen – LA VIOLENCIA TIENE CARA DE MUJER

IAGO – ESCENA PARA UN CRIMEN, de Edgardo Dib y Margó Menéndez. Dirigida por Edgardo Dib. Producción Ejecutiva: Daniela Martínez. Diseño de Espacio Escénico y Banda Sonora: Edgardo Dib. Vestuario y Maquillaje: Jorge Maselli. Intérpretes: Stella Maris Brandolín, Julieta Guillermina Vigo, Cecilia De Feo, Érica Spósito. Jueves a las 21. Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556.

Iago es el gran villano del teatro, aquel que teje intrigas, provoca tragedias y sale indemne de sus crímenes. Es esencialmente un demonio humano, lo mismo que las morochas son letales en la iconografía de la serie negra. La conjunción de demonio y morocha no es casual en esta lectura del Otelo shakesperiano: la tragedia desatada por el manejo del poder y el disfrute sexual está vista con ojos femeninos, desde el sitio donde el poder y el sexo someten al género: Iago es una perra, Desdémona una histérica, Cassio una descerebrada y Otelo es una reina. No hay frivolidad posible en esta puesta porque la violencia de género juzga, lastima y favorece el establecimiento de un orden jerárquico donde al poder lo traviste la conveniencia. La teatralidad de IAGO – ESCENA PARA UN CRIMEN radica en lo oscuro de las pulsiones y en el alumbramiento de la violencia, y es tan eficaz porque se vale de la sensualidad del cabaret para mostrar un sórdido paisaje habitual.

Todos los secretos -EL FOLLETÍN DE DOS CHIROLAS

TODOS LOS SECRETOS, escrita y dirigida por Ramiro Lehkuniec y Ulises Romero. Escenografía: Anastasia Baranoff y Félix Padrón. Iluminación: Hernán Feola. Coreografía: Mariano Garcés. Vestuario: Guadalupe Romero. Intérpretes: Romina Almaluez, Virginia Azzaretti, Fabián Carrasco, Rocío Flores, Julia Gárriz, María Emilia Ladogana, Dominique Maucci, Magali Mella, Florencia Prada, Eugenia Rosales, Nadyn Sandrone, Cinthia Santos, Facundo Suárez, Daniela Tolini, Amanda Burgos. Sábados a las 21. Espacio Urbano, Acevedo 460. Reservas al 4854-2257.

El taller de costura Arambillete e Hijo del barrio de Almagro alberga historias de muchachas trabajadoras que pugnan por forjarse un venturoso porvenir. Alguna dará un mal paso, otra ya lo habrá dado, pero lo importante es que todas han de llevar el pan a la mesa con el sudor de su frente y el dolor de sus almas, ese dolor que mitiga la aparición de la Virgencita de Luján o de Nuestra Señora del Carretel, lo mismo da. Son tiempos difíciles para el país, año golpeado el de 1930; año de miserias y de madres muertas, año de uniformes nuevos y de trabajo escaso.
TODOS LOS SECRETOS es un melodrama, el género preferido de las masas desde 1800, cuyo nombre niega el naturalismo y que los posmodernos comenzaron a revisitar en las últimas décadas del siglo XX. Como buen melodrama su acción es intensa y los sentimientos de sus personajes algo exagerados, y como buen melodrama TODOS LOS SECRETOS abreva en la comedia y en la tragedia para contarnos su anécdota. Pero, ¿es bueno o es malo que sea un melodrama? Si tomamos en cuenta que el melodrama es un transmisor directo de la cultura popular, esto resignifica su existencia y lo transforma en un poético centinela de la Historia.
En el caso de TODOS LOS SECRETOS (proyecto de extensión del Departamento de Artes Dramáticas del IUNA) la nueva mirada del melodrama hace que este espectáculo sea muy valioso. Aquí no hay cruce de géneros sino melodrama en estado puro, apuesta compleja por lo árido de su investigación. ¡Es tan difícil rastrear nuestra idiosincrasia cuando somos tan proclives a olvidar la memoria! Porque convengamos que Enrique de Rosas, Malfatti y de las Llanderas o Enrique Cadícamo como autor de teatro no son nombres a revisar por las nuevas generaciones, y títulos como Así nos paga la vida tampoco convocarían a priori un público ávido de nuevas tendencias. El mayor hallazgo de esta pieza radica en la arqueología del lenguaje (palabra y forma teatral), investigación que Ramiro Lehkuniec y Ulises Romero no dejaron en la imagen fotográfica sino que profundizaron hasta llegar al espíritu de un tiempo del que sólo conocemos retazos. TODOS LOS SECRETOS es intenso en el verosímil heredado del teatro y del cine y expresa esa intensidad en la coreografía de los movimientos, en la inflexión de la voz y en la duración de las palabras que el elenco de catorce actores y una violinista interpreta con extraordinaria sencillez. Y más valor aún tiene cuando su historia se quiebra y se pone seria, pues la inteligencia de Lehkuniec y Romero como dramaturgos y puestistas es cambiar el tono del relato pero no el registro del género: desde el mes de septiembre hasta el final de la pieza el verosímil de la vida cotidiana de antaño se adapta a la crisis política de entonces, y el dulce devenir de esas vidas choca con la pérdida de la inocencia. Hubo un golpe de estado en el país y la explosión de los secretos deja esquirlas en el cuerpo de las muchachas. Que hacia el final tres lúmpenes brinden por un futuro ilusorio es una metáfora de los tiempos que vendrán, cuestión que los autores no ponen en palabras y cuya interpretación corre por cuenta del espectador agradecido de estos días.

Una familia dentro de la nieve - ¡TODAS LAS FAMILIAS TIENEN TRISTEZA!

UNA FAMILIA DENTRO DE LA NIEVE, de Guillermo Arengo. Dirigida por Diego Brienza. Producida por Vanina Fábrica. Diseño de Luces y Luminarias: Mariano Arrigoni, Guillermo Dramisino. Escenografía, Vestuario y Utilería: Cecilia Zuvialde. Coreografías: Bárbara Wang. Intérpretes: Mar Cabrera, Adriana Ferrer, Lucrecia Gelardi, Horacio Marassi, Vicky Massa, Gabriel Urbani, Carla Vidal. Viernes a las 23. Abasto Social Club, Humahuaca 3649.

Todas las familias tienen hombres y mujeres. Todas las familias tienen mamá, papá y chicos. Mamá puede ser mucama en el hotel de la avenida, papá un comunista pro soviético que vuelve vencido a su propia casita, las chicas pueden tener eczemas en la piel y Damián ser más inteligente que todos, escribir novelas a los cinco años, andar en zancos y preguntarse naturalmente qué significa morir. Todas las familias tienen enfermas psicosomáticas que toman muchos remedios y le tienen mucho miedo a cosas muy diferentes(alasabejasafricanasalPapaalosprofesoresdegimnasiaalcáncer), y todas las familias argentinas tienen algo que las identifica, que las hace fuertes a los embates de la vida diaria: ¡TRISTEZA!
En Lucidez, el final, Guillermo Arengo nos hablaba del fin de las quimeras al despertar del sueño, y en UNA FAMILIA DENTRO DE LA NIEVE nos habla de la vigilia que preserva las ilusiones. Una cosa no es la antítesis de la otra: son imágenes complementarias de nuestro ser social, vidriecitos que irisan la superficie de la realidad. En UNA FAMILIA DENTRO DE LA NIEVE los varones se quedan solos porque tienen que enfrentar al mundo; las chicas en cambio son distintas pero funcionan en bloque, y juntas pueden construir con lo que tienen a mano(cajitas de antidepresivos, por ejemplo) un mundo feliz para todos. Tenés un color raro: gris a los costados y medio amarillo en el centro, le dice mamá a papá cuando lo vuelve a ver después de tantos años. Roles delimitados que imponen rigidez, individualidad perdida en algún punto del camino: Guillermo Arengo expresa sus ideas a través de sensaciones y las comunica con frases polisémicas, cosa que más que un estilo es una bienvenida declaración de principios. Y la puesta en escena de Diego Brienza es fiel a esa declaración de principios, porque todo sucede entre paredes tapizadas de palabras y un mundo ideal mezcla de Plaza Roja y Disney World, espacio donde los personajes se mueven o se quedan quietos y pulsan el corazón para sobrevivir, de a uno o en conjunto. En la precisión del elenco sobresalen las cuatro chicas (Mar Cabrera, Lucrecia Gelardi, Vicky Massa y Carla Vidal), cuya candidez de muñequitas le da al final la belleza de lo imposible: que la familia esté unida dentro de la nieve de un capullo de recuerdos.

13 de agosto de 2009

Puro teatro

Había previsto escribir un poco menos pero me salió una entrada kilométrica. Hay que ponerse al día. ¡Vamos por más!
Y una recomendación para los lunes 17 y 24 a las 20 hs.: en el teatro La Comedia (Rodríguez Peña 1062, con localidades a $ 15) se está llevando adelante el Primer Ciclo de Teatro Semimontado Uruguayo, en el que se ofrecen las piezas EL AGUA Y EL ACEITE, de Ricardo Prieto, y EL ESTADO DEL ALMA, de Alvaro Ahunchaín, ambas con la dirección de Gerardo Begérez y con elenco de actores uruguayos. Les comentaré al respecto en la entrada de la semana próxima.

LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT

LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT, de Rainer Werner Fassbinder. Dirigida por Sergio Grimblat. Producida por Cecilia Bassano y Sergio Grimblat. Diseño de Iluminción: Julio López. Diseño de Escenografía: María Paula Ochoa. Edición de Sonido: Maximiliano Bianchet. Diseño de Vestuario: Paula Surraco. Intérpretes: Lili Popovich, Antonella Costa, Cecilia Bassano, Nara Carreira, Camila Fabbri, Regina Lamm. Beckett Teatro, Guardia Vieja 3556. Viernes a las 23.

Petra von Kant se ha divorciado de su esposo y añora a su verdadero amor, pero descubre en Karin una pasión que la lleva al borde de la ruina. Lo que bien podría ser un melodrama desaforado se transforma en manos de Rainer Werner Fassbinder en un tratado minucioso sobre los mecanismos de la opresión, tanto en la esfera de lo público (la economía) como en la de lo privado (el sexo). Pieza con mujeres que intentan borrar las fronteras del género, el texto de Fassbinder aún perdura como un estudio voraz sobre la condición humana, donde sometedores y sometidos libran la batalla por parir el deseo y detentar el poder. La exacerbada visión naturalista de esta puesta banaliza el conflicto y corre el riesgo de tornarlo intrascendente, lo que no se produce del todo gracias al fantástico maniquí que personifica Antonella Costa, cuya aparente impasibilidad es a la vez conciencia colectiva y monitor del alma.

METODOS PARA NO LLORAR

MÉTODOS PARA NO LLORAR, de Josefina Sabaté y Baudrón. Dirigida por Josefina Sabaté y Baudrón. Diseño de Luces: Omar Possemato. Escenografía: Virginia Rodríguez, Daniela Abbate. Diseño de Sonido: Wan Lee. Vestuario: Pamela Martinelli. Intérpretes: Bárbara Molinari, Martina Schvartz. Cámara de Teatro, Aráoz 1025. Viernes a las 21.30.

¿Un panorama de guerra? ¿Una zona de desastre? ¿Una casa abandonada? ¿Una playa solitaria? ¿Dónde estamos o adónde vamos? Viajando desde lo desesperado hasta lo melancólico, el espíritu tiene lugares cuya escarpada geografía provoca angustia. Esa quizás sea la tela donde Josefina Sabaté y Baudrón pinta MÉTODOS PARA NO LLORAR, un fresco que va de lo goyesco a lo impresionista y que privilegia lo onírico y lo sensorial por sobre la anécdota sin que esto último actúe en detrimento del espectáculo. Al contrario. Dos estupendas actrices (Bárbara Molinari y Martina Schvartz), anverso y reverso de la moneda, nos conducen hacia un sitio extraño de nosotros mismos, el de prestarle atención a nuestras emociones sin necesidad de comprender por qué nos emocionamos, sin necesidad de hacernos fuertes porque en el fondo siempre somos vulnerables.

SEÑORITA ELSA

SEÑORITA ELSA, de Arthur Schnitzler. Versión y Dirección: Rafael Fernández. Diseño de Iluminación: Marco Pastorino. Realización Escenográfica: Federico Taboada. Banda de Sonido: Nicolás Diab. Vestuario: Inés Robotti. Intérprete: Laura Agorreca. Patio de Actores, Lerma 568. Lunes a las 21.

La señorita Elsa ve perturbado su descanso en una villa alpina por una carta de su madre, quien le ruega le pida un préstamo de dinero al barón von Dorsday, sujeto a quien Elsa desprecia, para así salvar a su padre de la condena social por el desfalco que cometió. La condición del barón para entregar el dinero es sencilla: quiere ver a Elsa desnuda. Elsa es virgen, y no puede negarse al mandato familiar. Este estudio sobre el sojuzgamiento femenino data de 1924 y rastrea sus ecos en el famoso caso Dora freudiano; estructurado como monólogo interior, SEÑORITA ELSA encuentra en la versión de Fernández la teatralidad necesaria para enfrentar al tiempo, y aunque algunas cuestiones resultan superadas y hubieran merecido un aggiornamiento mayor, la puesta mínima y el trabajo intenso y entregado de Laura Agorreca son suficientes para redondear un espectáculo valioso y muy alejado del lugar común, ese donde el libre fluir de la conciencia individual no tiene anclaje en lo colectivo.

TARANTO

TARANTO, de y dirigida por Fernando Ferrer. Producción Artística: José Miguel Onaindia. Diseño de Escenografía: Mariana Gabor. Diseño de Iluminación: Fernando Dopazo. Música Original y Diseño de Sonido: Edgar Ferrer. Diseño y Realización de Vestuario: Juanita Cárdenas. Intérpretes: Paula Marull, William Prociuk, Mauricio Morando, Melisa Freund, Marina Quesada, Rubén Enríquez. Patio de Actores, Lerma 568. Viernes a las 21.

De Suecia a Buenos Aires. De dobles y complejos. De amores y traiciones. De besos y de tiros. ¿Uno se comporta distinto en el Polo Norte y en el Polo Sur? ¿La realidad es maniquea? Claro, cómo no, y hasta a veces parece que no existe, o existe en el pensamiento de cada uno. TARANTO abre muchos frentes (desde la comedia de situaciones a la ciencia ficción, pasando por el policial) y en la mayoría acierta con su tono entre zumbón y despreocupado. Ese medio tono con el que se desarrolla probablemente sea más efectivo en las escenas que tienen su acción en una Suecia high tech que en las que suceden en una Argentina burocrática, pero lo disfrutable en todo momento pasa por la voluntaria vocación por el humor que encuentra sus mejores aliados en el cuidado nonsense de Paula Marull, en la ávida ambivalencia de Melisa Freund y en la gélida figura exterminadora de Marina Quesada.

CUATRO MUSICALES

Son más felices los cuadros musicales de AMAPOLA que su acción dramática; son más ricos algunos personajes que otros en la historia coral de NOCHES DE VERANO; se logra mayor empatía con el humor que con la emoción en MUJERES QUE CANTAN (donde la voz de Verónica Díaz Benavente era una joya escondida para quienes no la conocíamos); y es más eficaz el compilado de canciones que el hilo argumental de AMORES RETRO. Estos cuatro espectáculos con dramaturgia indolente podrían llegar más alto pero se conforman con el vuelo que despliegan, con la alegría que contagian, con el entretenimiento que nos brindan. Por eso los destaco a los cuatro juntos, porque al salir del teatro tenía una sonrisa en los labios. Salir pensando de la sala o irse a dormir contento son cosas igualmente importantes.
AMAPOLA (¿CÓMO PUEDES TÚ VIVIR TAN SOLA?)
De Ricardo Racconto. Escenografía, Vestuario y Dirección General: Ricardo Racconto. Coreografías: Darío Lombardo. Intérpretes: Vanina Ramírez, Carolina Pofcher, Sabrina Lara, Gimena Racconto. Foro Gandhi, Corrientes 1743. Sábados a las 21.30.
Cuatro mujeres participan de una terapia liberadora donde todo es posible, desde resolver sus conflictos y lavar las culpas exorcizando un bolero hasta olvidar la soledad con un tocado de frutas en la cabeza.
NOCHES DE VERANO
De Cristian Scotton. Dirigida por Pedro Anthony. Diseño de Luces: Juan García Dorato. Escenografía: Daniel Bumbalo, Federico Fernández Coria. Diseño de Sonido: Ernesto Fara. Vestuario: Ezequiel Galeano, Cecilia Richat. Intérpretes: Natalia de los Santos, Santiago Fraccarolli, Martín Lavini, Verónica McLoughlin, Josefina Recio, Juan Martín Zubiri, Laila Straimel. Teatro El Cubo, Zelaya 3053. Miércoles a las 20.30.
El miedo a la soledad, la angustia de crecer y la añoranza del amor eterno de un grupo de treintañeros en tiempos del chat y las redes sociales. Sin ser estrictamente un musical las canciones hilvanan historias que se entrecruzan en una ciudad donde se derrotó la utopía hippie porque pareciera que el sol nunca más entrará por la ventana.
MUJERES QUE CANTAN
De Verónica Díaz Benavente. Dirigida por Liliana Pécora. Arreglos, Dirección Musical y Piano: Julián Caeiro. Intérprete: Verónica Díaz Benavente. Centro Cultural Caras y Caretas, Venezuela 330/70. Sábados a las 20.30.
Cabalgata musical de Beba Baguet, el Gorrión de Mataderos, en su retorno a Buenos Aires luego de su estancia en París. Y también un tributo a María Callas, a Edith Piaf, a Libertad Lamarque y a unas cuantas mujeres comediantes que nos acompañan desde buena la memoria.
AMORES RETRO (NO MIRES ATRÁS)
De Bros, Cociuffo y Kaufmann. Dirigida por Bros, Cociuffo y Kaufmann. Producción Ejecutiva: Gastón Moguilevsky. Iluminación: Juan I. Monserrat y Gaspar Potocnik. Escenografía: Ana Repetto. Coreografía: Diego Bros. Vestuario: Julio César y Matías Begni. Intérpretes: Diego Bros, Natalia Cociuffo, Gaby Goldman y Virginia Kaufmann. Teatro El Cubo, Zelaya 3053. Sábados a las 0.30.
Al salir del orfanato tres huerfanitos montan una agencia de mensajes cantados y se enamoran de personas equivocadas… o de la misma persona. Este ejemplar de Radiolandia funciona mejor sin argumento porque Bros, Cociuffo y Kaufmann tienen un talento brillante e irresistible.

LOS ERRORES DE NOÉ

LOS ERRORES DE NOÉ, de Yoska Lázaro. Dirigida por Yoska Lázaro. Producida por Cristina Gutiérrez y Yoska Lázaro. Escenografía y Vestuario: Cecilia García La Gargola. Realización Musical: Marcelo Medina y Fernando García Valle. Intérpretes: Yamil Chadad, Fernando García Valle, Gabriela Blanco. Teatro El Fino, Paraná 673. Sábados a las 23.


El teatro tiene efecto regulador en las conductas individuales y sociales, un efecto real y perdurable. Es el único arte capaz de intervenir la realidad aquí y ahora, concretando aquellas utopías quiméricas de acuerdo a sus necesidades. No es casual que en épocas de oscurantismo se derriben escenarios o se silencie a los actores. El teatro le mete miedo al poder, lo asusta de su propia imagen. Osvaldo Bayer tuvo un plan: asestarle un golpe al Proceso de Reorganización Nacional en su misma cara. Para eso proyectó un acto masivo donde los intelectuales exiliados volverían al país durante el traspaso de mando entre Videla y Viola, acompañados por figuras de la cultura mundial. No hubo garantías para concretarlo, por lo que el plan quedó sin efecto. ¿Qué hubiera sucedido de haberse llevado adelante? ¿Hubiera cambiado el panorama político?
A partir de esa premisa de Bayer Yoska Lázaro escribe LOS ERRORES DE NOÉ, pieza en la que un pequeño grupo de personas, durante el tiempo de la dictadura, ensaya un espectáculo infantil cuyo subtexto es justamente contarle al público qué pasa con la gente en la Argentina. Ficción y realidad de la historia se intersectan en la ficción y la realidad del teatro y para el espectador es posible conocer y comprender, a través del reflejo artístico, las emociones no documentadas de una época. A medida que avance el relato nos llenaremos de preguntas, la mayoría de ellas retóricas; el efecto catártico que nombra Aristóteles en su Poética adquiere en esta pieza relevancia absoluta: el sacrificio de algunas vidas nos induce a lavar nuestras culpas. Somos nosotros quienes debemos aprender a evitar que esos pecados se cometan otra vez a partir de la enseñanza que nos deja la tragedia.
El mayor riesgo de esta clase de espectáculos radica en que el tema y la forma pueden superarse uno al otro y dejar al tema sin profundidad o a la forma sin esqueleto sólido. No es este el caso ya que LOS ERRORES DE NOÉ ni es un discurso político de barricada ni tampoco un ejercicio estético: es teatro. Texto, acción, mimesis. Yoska Lázaro como director elige crear un verosímil a partir de elementos cotidianos cuyo peso establece el paradigma de la época: a la carnadura que los tres actores le dan a sus personajes remiten las hojas sobadas del libreto de Eduardo, la vincha de Cristina o la gorra de Mario, los que lucen tan usados que parecen cargar con sus días; y por eso lo dicho no suena a sentencia, porque resulta tan familiar como acercarse a la verdad de algunas cosas. ¿Hubiera podido el teatro, con su peso simbólico de autoridad y de justicia, cambiar el comportamiento de la sociedad de aquella época? Probablemente no de forma inmediata, pero sí cuando el tiempo sedimenta en la conciencia y permite alumbrar piezas lúcidas como esta.

6 de agosto de 2009

Cómo preparar kapusta

Esta semana hubiese querido reseñar todos los espectáculos que vi desde el 30 de julio (AMAPOLA, NOCHES DE VERANO, MÉTODOS PARA NO LLORAR, LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT, LOS ERRORES DE NOÉ, SEÑORITA ELSA y TARANTO), pero me ganó uno que vi el sábado 1º de agosto y sinceramente no me pude resistir a destacarlo. El lunes publicaré otra entrada reseñando los que nombré y lo que tengo en carpeta para el sábado y domingo.
Sí quisiera decirles que este fin de semana (sábado 8 y domingo 9 de agosto) se despide una clase entrañable, la que dicta el maestro Sergio Feferovich en el teatro Liceo a partir de las 16 y que se llama LA VUELTA AL MUNDO EN UN VIOLÍN. Si tienen chicos que quieran descubrir la música a partir de una orquesta de cuerdas, o si aún conservan al chico que han sido y quieren recuperar el asombro por ver algo nuevo, no duden en acercarse que la van a pasar de maravillas. Hasta querrán disfrazarse de chinitos.

La epopeya de los desangelados
BERESTOWOIK, de Luis Aponte. Dirigida por Walter Jakob y Carolina Zaccagnini. Diseño de Luces: Adrián Grimozzi. Asesoramiento Escenográfico: Alejandro Alonso. Diseño Sonoro: Agustín Mendilaharzu y Agustín Rolandelli. Vestuario: Julia Catalá. Intérpretes: Luis Aponte, Walter Jakob, Horacio Marassi, Marcelo Mariño. Teatro Silencio de Negras, Luis Sáenz Peña 663. Sábados a las 20.30. Dada la capacidad de la sala se recomienda reservar previamente al 4381-1445.

Ricardo, Miguel y el tío Tony viven en un pe hache de alguno de estos barrios, muy similar a la sala Silencio de Negras, un departamento chico aunque de ambientes altos. Les alcanza y les sobra a los tres aunque les queda grande porque los Berestowoik no tienen mujeres en casa; solamente les quedó en el ropero un vestido de la tía Nacha. Miguel está de novio con Pato, Tony es un timbero viejo y Ricardo ensaya danzas ucranianas para la gira por las colonias del Chaco y del Paraguay. Pato dará una fiesta de disfraces en Lanús, con máquina de humo y todo, y por un rato los Berestowoik seguro estarán contentos. Pero el precio de la alegría lo cobra Erlan, el representante de una jugadora anónima: la tragedia. ¿Le darán de comer kapusta a Erlan los Berestowoik? ¿Sirven para algo los amuletos de la buena suerte? Esa pregunta, una voz en el teléfono y una cena sin grandes preparativos alcanzan para resumir por qué uno se vuelve automáticamente cómplice de los BERESTOWOIK.
En BERESTOWOIK uno descubre pistas de ciertas formas de vida desencantadas, esas del peronismo proscrito por la Revolución Libertadora que decía que sin Perón el pobre ya no podría ser feliz, formas de subsistir que murieron con los cordones industriales. En los muebles viejos, cuidados y heredados, uno descubre signos perdurables desde la década del ’50 para acá, elementos que en cualquier casa suburbana dejan de ser tendencia vintage para transformarse en su respiración cotidiana. Los Berestowoik son hijos de europeos de segunda con un pensamiento trasplantado y que deben deletrear el apellido para que alguien los entienda, cuya máxima preocupación es amarrocar guita en el cajoncito para tener asegurado el porvenir, un porvenir yermo de placeres. Argentinos. ¡Qué familia tan normal la de los Berestowoik! ¡Qué familia tan unida por los lazos del amor! Familia de hombres solos, hombres que ni antihéroes pueden ser, hombres que no quieren ser descubiertos.
Pero por suerte BERESTOWOIK no es un estudio sociológico. ¿Me están tanteando? dice Ricardo cuando una verdad solapada intenta salir del armario. El juego que la obra establece con el espectador es dejar implícitas cada una de sus intenciones, nos obliga a jugar con los sentidos alerta mientras el texto siembra pistas, orejea las cartas y se encarga de callarse cuando está por abrir la boca. ¿Para qué decir lo que uno comprende a simple vista? Los Berestowoik no pueden, y no deben, perder la dignidad, porque son así, qué le vamos a hacer. Pero son dignos, no son culpables de nada. Nadie es culpable de nada pareciera decirnos Luis Aponte, pero no plantea inocencia alguna. BERESTOWOIK es su primera obra; es precisa sin ser llana, profunda sin caer en sentencias fútiles, y mide su hábitat instintivamente, con las garras afiladas.
Y si lo antedicho es el sedimento que nos deja la pieza, la puesta en escena de Walter Jakob y Carolina Zaccagnini realza el espacio lúdico de las palabras y las vuelve polisémicas en el espacio físico de la sala. El lenguaje genérico del teatro (el verbo representado) se altera por convenciones puramente cinematográficas donde el fuera de campo (lo que ocurre más allá de lo que vemos o escuchamos) incluye al espectador de forma tal que ciertos pasajes de la obra son de su invención exclusiva, y si resultan momentos extraños es porque son casi verdaderos. El sábado 1º de agosto cuando vi la función estaba nublado, y por la puerta vidriada que da al patiecito se veía el cielo rosado anunciando lluvia; esto redimensiona escenas como la de la cena de los muchachos o el trabajo que debe realizar Erlan para curar a Tony de su adicción al juego, porque el afuera es el nuestro, el de siempre, y el espacio de la acción teatral se diluye hasta incorporarse a nuestra realidad.
Entre un naturalismo que excluye la tentación costumbrista (como el del cine de David José Kohon) y un expresionismo sin los bordes recargados (como el del cine de Rainer Werner Fassbinder), cada escena del relato contiene indicios de la vida interior de los personajes que más que ser revelados se irán cortando como el cogollo compacto de un repollo listo para ser kapusta. El ensamble actoral se destaca por dejar en la mesa las contradicciones de cada uno de los personajes, cuestión que vuelve tan humanos al Miguel de Luis Aponte, al Ricardo de Walter Jakob, al Tony de Horacio Marassi y al Erlan de Marcelo Mariño, tan fieros, frágiles, veniales, oscuros, ilusos o patibularios como el entorno que los contiene.
Miguel, Ricardo y Tony hablan ucraniano entre ellos y comen comidas típicas de Ucrania. Kapusta es un plato eslavo que lleva medio kilo de carne picada, dos morrones grandes, una cebolla y un kilo de repollo blanco; se fríen la cebolla y los morrones en aceite de maíz o en una cucharada de grasa de cerdo hasta que toman color; después se agrega la carne picada y se revuelve, más tarde se incorpora el repollo cortado en tiritas y se deja hervir unos minutos. Aunque no quede del todo académico decirlo, BERESTOWOIK es el mejor espectáculo que se está ofreciendo en el circuito alternativo. Vale la pena acercarse a él y después investigar las sensaciones que ha dejado. En la sala entran más o menos veinte personas. No es habitual estar tan cerca de algo excelente. En serio. Y punto.