18 de julio de 2010

Sobre lo áspero de la ternura

Carlitos es dependiente de una heladería en algún barrio de Buenos Aires; tiene 26 años, casi no conoció a su padre, es sumamente tímido y tiene una relación esquiva con las mujeres, a quienes principalmente conoce por chat. A partir de aquí, tras esta síntesis bastante formal sobre lo que ocurre en la película, podría comenzar a transitarse la clásica historia del chico que busca chica y consigue su objetivo y hasta obtiene el reconocimiento de su comunidad por algún hecho mínimamente heroico. Pero no. No busquen eso en EL MARAVILLOSO MUNDO DE CARLITOS. En EL MARAVILLOSO MUNDO DE CARLITOS se conjugan ritos satánicos con charlas cotidianas entre madre e hijo, tardecitas en cementerios, paseos por la Reserva Ecológica, helados Frigor, sexualidades atravesadas, shows de strip tease en el ABC o la espera infructuosa por que alguien salga de una casa que podría haber sido la suya. Y nada parece forzado, porque todo eso forma parte de ese mundo de Carlitos que de maravilloso, claro, no tiene nada. Esperen encontrarse con una comedia hosca que finalmente es una película muy triste, tan triste que deja pensando.
Enrique Stavron, el director de EL MARAVILLOSO MUNDO DE CARLITOS (y también el director de Alegría, sobre una familia de enanos de circo, o de Ma fille, la historia de una madre que abandona a su hija en Francia para curarse el desarraigo del exilio), es un tipo de exterior portentoso y de interior inconmensurable. Cada vez que presenta alguna de sus películas, ya sea en festivales sin alfombras de colores ni puntos de encuentro a la moda, o en estrenos pequeñitos en salas entrañables como las del Arte Cinema de Constitución, despliega una enorme ternura cuando se apasiona al contar cómo hizo sus trabajos o cuando reparte regalos a los espectadores (el poster, devedés de sus películas anteriores, una copia de la que acabamos de ver o barritas de chocolate Águila), ternura palpable en sus historias pero que sin embargo no es azucarada. Si Stavron se da el lujo de ser un tipo fantástico es porque en sus trabajos acaricia lo áspero con la palma de la mano abierta, y no se asusta si para conseguir sus fines tiene que ser tosco, técnica o narrativamente hablando. Stavron no aspira a encontrar la realidad ni la belleza en sus imágenes, y tal vez por eso resulte tan auténtico. Y si Stavron es auténtico es porque su amor incondicional por el cine se confunde con su vida cotidiana.
En EL MARAVILLOSO MUNDO DE CARLITOS hay imágenes de una película que Stavron filmó en los años ’90, Las desventuras de Alejandro Sisco, película con intenciones bizarras que quedo inconclusa, y que pareciera ser el antecedente directo de este trabajo en cuanto al tema. En esas imágenes que hoy resultan lejanas por su textura hay algo que sorprende y es que Stavron registra un encuentro evangelista en Plaza Constitución poniendo la cámara frente a los involuntarios actores sin invadirlos, registrándolos nomás, del mismo modo que registra a un hombre sin pierna sonándose la nariz. Esto es notable porque Enrique Stavron jamás exhibe a sus criaturas en la pantalla, las deja vivir como saben en el único mundo que les ha tocado. En medio de una película que apuntaba a lo jocoso Stavron salta el eje y bucea en lo profundo. En los ’90 quizás eso lo haya asustado; hoy esas imágenes recuperadas tienen tanta actualidad como la gente que se muere de frío debajo de las autopistas, y por eso Enrique Stavron las incluye en esta historia sobre desangelados. Desde aquellos tiempos Enrique Stavron ha crecido y se convirtió en un personaje solitario entre los cineastas argentinos. Ni es nuevo ni es viejo. A Enrique Stavron, evidentemente, le interesa la gente, y eso lo hace el único humanista de nuestra pantalla.

EL MARAVILLOSO MUNDO DE CARLITOS (Argentina, 2009, 97 min.), escrita y dirigida por Enrique Stavron. Producción: Mónica Del Blanco. Fotografía: Laura Aparici. Montaje: Martín Servente. Música Original: Enrique Stavron. Intérpretes: Carlos Castiñeiras, Mabel Bourbotte, Caroline Hilf, Lech Leszek, Miguel Fontes, Aurelie Rimbaud, Alejandro Sisco. Viernes de julio a las 20. Arte Cinema, Salta 1620. 4304-8302.