26 de abril de 2012

Lo fatal

Comentario post BAFICI sobre Los salvajes, el extraordinario film de Alejandro Fadel (fotos cortesía La Unión de los Ríos)

Dichoso el árbol, que es apenas sensitivo,
y más la piedra dura porque ésa ya no siente,
pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo,
ni mayor pesadumbre que la vida consciente.

Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto,
y el temor de haber sido y un futuro terror...
Y el espanto seguro de estar mañana muerto,
y sufrir por la vida y por la sombra y por

lo que no conocemos y apenas sospechamos,
y la carne que tienta con sus frescos racimos,
y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos,

¡y no saber adónde vamos,
ni de dónde venimos!...

Lo fatal, Rubén Darío

Fuga. Al respecto dice Wikipedia: Fuga es una forma de construcción musical, con un procedimiento de creación y estructura muy determinados. Su composición consiste en el uso de la polifonía vertebrada por el contrapunto entre varias voces o líneas instrumentales (de igual importancia) basado en la imitación o reiteración de melodías en diferentes tonalidades y en el desarrollo estructurado de los temas expuestos.

Seamos paradigmáticos. Los salvajes no habla sobre cinco adolescentes que se fugan de un correccional de menores. Eso es lo que sucede literalmente al comienzo de la película, pero la película es otra cosa. La película cataliza temas verdaderamente profundos, si entendemos como profundo aquello que penetra hasta lo más íntimo y oculto y no se detiene en lo superficial. Hay un código moral que nuclea a los personajes de esta película y los regula, un código alejado de las normas sociales en vigencia, incluso de las normas sociales del hampa. Es el mismo código que nuclea y regula a una piara de jabalíes, que no es lo mismo que decir que los adolescentes de esta película son animales, de manera peyorativa. Son instintivos, primarios, quizás irracionales. Y eso causa pavor justamente, el pavor ontológico de no ser.

Los salvajes habla sobre el espanto seguro de estar mañana muertos. Sobre ser nada. Es así de terrible, y a la vez tan fuerte y poderosa.

Gaucho (Leonel Arancibia) es el líder. Grace (Sofía Brito) es la chica. Demián (Roberto Cowal), el bandolero. Monzón (Martín Cotari), el asesino. El niño Simón (César Roldán), un chico desvalido. Si logran fugarse del correccional deberán atravesar el valle o el bosque o la selva o alguna caverna, o extenderle la mano al fuego. Eso es lo que sucede en la película a lo largo de sus urgentes ciento treinta minutos. Y lo en verdad fascinante de Los salvajes es que la solidez de su guión hace imposible preanunciar o presumir las peripecias o el énfasis de cada hecho. Por ejemplo, aunque Monzón no se dé cuenta al relatarlo, para nosotros se vuelve tan clara la causa de por qué lo mata al guardia cuando huyen. Los salvajes nos obliga a acompañar a estos cinco muchachos envilecidos a lo largo de su viaje iniciático sin poder hacer nada por ellos. Ellos tampoco nos piden asistencia. Para nacer, siempre, hay que destruir un mundo; nosotros también destruiremos el nuestro cuando salgamos de la sala, porque la desmesura de Los salvajes se observa en las pulsiones que despierta y no en la razón que las asiste, y nos enseñará, si se quiere, otra forma de ver el cine.

Esta mezcla de western, alegoría religiosa, road movie, atrocidad, vacío existencial y exceso geográfico, todo junto en cada imagen, lógicamente provoca y asusta. Ese amasijo de sentimientos encontrados los provoca la pureza fotográfica, el movimiento interno en el cuadro, la tensión del montaje, la frontera entre el verosímil y lo verdadero, las notables actuaciones del quinteto protagonista, y su enormidad radica en las ambiciones cinematográficas que la impulsan y en la esencia elegíaca que la origina. Nada es gratuito en Los salvajes. Nada es casual. Hay tanto cine detrás de sus imágenes que por eso, quizás, algunos espíritus estrechos esperaban de esta obra la construcción de costumbre para quedarse tranquilos. Es más fácil enfrentar el horror vacui del artista que el espanto de vivir sin horizontes artísticos. Y en ese aspecto es donde Los salvajes destruye algunos mitos del tan mentado cine independiente: aquí todo parte de la férrea voluntad conque Alejandro Fadel la conduce. Porque finalmente Los salvajes es una película diáfana, lírica, fatal, de una belleza estética pocas veces encontrada o descubierta en el cine argentino, una de esas películas que difícilmente se olviden, un punto de fuga impropio, situado en el infinito.

23 de abril de 2012

Los valientes andan solos

Escandinavia, de Lautaro Vilo con el regreso a la actuación de Rubén Szuchmacher

Un hombre pierde a otro. El otro se muere. El hombre intenta prestarle atención al sepelio y saluda a cuanto se le cruza por el camino; trata de conformarlos por la pérdida o por saber si el café que les sirve la azafata está quemado. Porque no es que el hombre le quite importancia a la muerte del otro: hay cosas por hacer que son más importantes que condolerse, como tomar decisiones y cumplir con las promesas que uno hizo en algún momento crucial. Llevar a la tierra al muerto es para el hombre una tarea que pone en juego su honor, ese mismo honor conque los soldados se convencen de pelear en cualquier guerra. Porque es cierto que los muertos se quedan solos, pero uno debe continuar en el camino; quizás un camino nevado en el que uno se siente como esos auténticos gilipollas de un best seller escrito por cualquier homónimo de Robert Ludlum, comprado para leer en vacaciones o en el pasillo del Hospital Alemán mientras se espera la muerte o la mañana después, que siempre llegan.

En el texto de Lautaro Vilo, Rubén Szuchmacher encuentra esas palabras que transforman el dolor en experiencia. Con ese estilo conque Vilo expresa las emociones de sus personajes, estilo pleno de ironía y de un humor que entraña una mueca desesperada, ESCANDINAVIA se vuelve universal porque tarde o temprano todos tendremos el ejercicio de cargar con nuestros muertos. En cualquier sitio, en la helada estepa rusa o en la tierra callosa y diamantina de una quinta en Rauch, debajo de un eucaliptus. De verdad o figuradamente uno carga con sus muertos, y es el peso de la carga lo que ESCANDINAVIA expone en su relato y en su construcción escénica: solo un cuerpo en tensión en la enorme cárcel del alma. En el escenario desnudo es donde el personaje que compone Szuchmacher, con el cuerpo agobiado aunque enhiesto, deja expuesto el dolor por la muerte y la angustia por cumplir con la última voluntad del ser querido. Y todo lo que parece real deriva en un cuento extraño, que lejos de parecer forzado se impone con su narración y su poética.

En ese cuento se redimensiona el espacio: vamos de una celda en una cárcel oscura a la ruta, y de la ruta a la salina de un sueño, entre otros sitios más o menos reconocibles, más o menos concretos. Y a medida que el relato avanza el cuerpo del hombre se expande y se contrae, se ennoblece y se envilece, sin solución de continuidad. Es la pugna por no quedarse solo, la batalla que cada uno pelea por imponerse al dolor, y que traducido en la escena se interpreta a través del movimiento no solo del cuerpo sino también de la palabra. La forma del cuento podrá ser la de un policial absurdo, aunque desde aquí uno prefiere verlo desde la perspectiva del western. En los westerns los valientes cargan a sus muertos, se quedan expectantes frente al horizonte sin triunfo ni derrota, ni palabras, y se van hacia la mañana o hacia la noche muy distintos de como han llegado. Y no por valientes desprecian a la tristeza: la desafían. La enfrentan con los puños apretados mientras silba el viento entre las líneas de una novela barata, cuya lectura puede aferrarnos a la vida o transformarse en un último acto de amor.

ESCANDINAVIA, de Lautaro Vilo. Dirigida por Rubén Szuchmacher y Lautaro Vilo. Producción: Paula Travnik. Interpretación del movimiento: Graciela Schuster. Iluminación: Gonzalo Córdova. Diseño sonoro: Bárbara Togander. Vestuario: Jorge Ferrari. Intérprete: Rubén Szuchmacher. Viernes y Sábados a las 21. ElKafka, Lambaré 866. 4862-5439.

20 de abril de 2012

BAFICI 2012 - Semana 2, segunda parte

Miércoles 18

Un cuento paranoico (más aún que la opera prima de Gabriel Medina) de narración fluida, cuya sensación de extrañamiento permanece en el recuerdo como una pesadilla o como una alucinación. De trama sencilla, efectiva y hasta original (que para salvarse de la picadura mortal de una araña alguien tiene que dejarse picar por otra, por lo que hay que salir a buscarla), tiene un subtexto larvado sobre las relaciones familiares, la sociedad de consumo y los desórdenes de un colectivo que no sabe de qué, para qué o por qué está ansioso y no puede dejar de estarlo. Pero como no se define por ser una comedia negra o un film de horror con todas las de la ley, ese bascular indefinido teje una tela en la que las arañas ni son tan macabras ni tampoco parte de una epifanía (término sin duda paranoico también, y muy de moda a la hora de definir cierto cine independiente desde hace suficiente tiempo).

La araña vampiro (Argentina, 2012). Dirigida por Gabriel Medina. Escrita por Gabriel Medina y Nicolás Gueilburt. Producción: Sebastián Perillo, Sebastián Aloi, Omar Jadur. Fotografía: Lucio Bonelli. Montaje: Nicolás Goldbart, Flor Efron. Intérpretes: Martín Piroyansky, Jorge Sesán, Alejandro Awada, Ailín Salas. 94m. Selección Oficial Internacional.

En México, entre 1926 y 1929, se produjo una violenta persecución religiosa que desembocó en la llamada Guerra Cristera. El presidente de entonces, Plutarco Elías Calles, limitó y hasta prohibió el culto católico en el territorio mexicano de acuerdo a ciertos artículos (o a cierta lectura de esos artículos) de la Constitución mexicana de 1917 en lo atinente a garantías individuales de los ciudadanos. Esto llevó a formar ejércitos de seguidores de Cristo, verdaderos cruzados modernos, con la misión de restablecer el orden dogmático y la libertad de culto entre la población, y de paso quejarse de la revolución que en 1910 derrocó a Porfirio Díaz (hecho que el cine retrató con Marlon Brando en Viva Zapata!, por ejemplo). Matías Meyer, el director de Wadley, una de las películas más aburridas que haya visto jamás (y en el BAFICI) pero de cuyas imágenes no me olvidé del todo, concretó en LOS ÚLTIMOS CRISTEROS una serie de viñetas con palpable influencia de la pintura religiosa en cualquier época pero con una estética cinematográfica que remite directa e inevitablemente al western clásico, lo cual transforma esta otra película aburrid(ísim)a en un objeto sólido, sugerente y hasta subversivo. Nota al pie: Jean Meyer, el papá de Matías, es el historiador que entrevista a un cristero en el audio que da inicio a la película. E Israel Cárdenas, coguionista, es además el realizador de Cochochi y Jean Gentil, esas dos muy buenas películas que se vieron en ediciones anteriores del BAFICI.

Los últimos cristeros (México, 2011). Dirigida por Matías Meyer. Escrita por Matías Meyer e Israel Cárdenas. Producción: Paola Herrera, Enrique Rivero. Fotografía: Gerardo Barroso. Montaje: León Felipe González. Intérpretes: Alejandro Limón, Jesús Moisés Rodríguez, Antonio García, Salvador Ferreiro, Abel Lozano. 90m. Cine del Futuro.

No hay mucho para decir sobre esta película porque es la más impactante que se haya visto en esta edición del festival (cinematográficamente hablando, por la utilización de toda la prosodia y toda la ortografía del cine sin ahorrarse acentos). Sin embargo queda la sensación de haber visto algo incompleto: a lo mejor porque fue concebida como una miniserie de cuatro horas y aquí hemos visto una versión de dos horas y media, o tal vez porque la historia de la matanza de la tribu Seediq del actual territorio de Taiwán por parte de los colonizadores japoneses sea mucho más compleja desde el aspecto político (algo tan complejo como cualquier colonialismo, claro). Pero de acuerdo a lo contado por Wei Te-Sheng en el encuentro con el público, la concepción de WARRIORS OF THE RAINBOW: SEEDIQ BALE comenzó en 1997 y eso se nota: es evidente que tanto acopio visual salió de la cabeza de un artista desmesurado, con todo lo bueno y lo malo que ello implica, y que un productor consecuente como Jimmy Huang no escatimó esfuerzos para que esta historia llegara a la pantalla. Un ejemplo de producto cinemático, completamente dependiente.

Warriors of the rainbow: Seediq Bale (Guerreros del arco iris: Seediq Bale, Taiwán, 2011). Escrita y Dirigida por Wei Te-Sheng. Producción: John Woo, Terence Chang, Jimmy Huang. Fotografía: Chin Ting-Chang. Montaje: Cheung Ka-Fai, Chen Po-Wen, Milk Su. Intérpretes: Lin Ching-Tai, Umin Boya, Ando Masanobu, Kawahara Sabu, Vivian Hsu. 150m. Foco Wei Te-Sheng.

Jueves 19

A las dos de la tarde los dos chicos se encontrarán en alguna esquina para ir al río a pescar. Van igual aunque llueva. Terminaron las clases, no hay nada que hacer salvo pasar el verano (como ese otro chico que canta canciones de Bob Dylan como un juglar escondido, o jugando solo a darle a la pelota con la mano en la terraza). ¿Y si concretamente llueve? Los dos pueden refugiarse en la tapera aunque estén un poco peleados todavía. Y en la tapera el otro preguntará cuánto hace que salimos. Una pregunta que queda flotando y que provoca una ruptura muy fuerte en el tono calmo y reposado del relato, porque a lo mejor no interroga sobre conclusiones obvias. Hace unos años Kelly Reichardt presentó Old joy en este mismo festival, una película sobre volver a ser lo que fuimos. Fernando Gatti tal vez se haya propuesto, salvando las distancias, con IGUAL SI LLUEVE filmar lo que seremos desde un hoy que no tiene un mañana claro. En apariencia podría verse como una película contemplativa más, superficial e intrascendente, pero si se animan a verla quizás descubran una película sutil, armoniosa y dolorida sobre el principio de la vida de cualquiera.

Igual si llueve (Argentina, 2012). Escrita y Dirigida por Fernando Gatti. Producción: Lucila Castellanos, Jimena Plazas. Fotografía: Román Cárdenas. Montaje: Leandro Aste. Intérpretes: Tomás Carullo Lizzio, Juan Marcos Bracco Arancet. 65m. Selección Oficial Argentina.

La niñez no tiene por qué ser inocente para que los niños sean niños. Lucía y Manuel asisten a la sorda batalla entre sus padres cuyas actitudes infantiles, además de extemporáneas, resultan idiotas. No basta con unas vacaciones forzadas para que los chicos no sufran porque Lucía seguirá eligiendo en su pesadilla caer al precipicio; su lucidez es el punto de vista que elige Dominga Sotomayor para contar la historia de un divorcio donde más que culpables o desamor hay una mirada atenta a los espacios vacíos, propios, ajenos o de varia invención.

De jueves a domingo (Chile/Holanda, 2012). Escrita y Dirigida por Dominga Sotomayor. Producción: Gregorio González, Benjamín Domenech. Fotografía: Bárbara Álvarez. Montaje: Danielle Fillios, Catalina Marín. Intérpretes: Santi Ahumada, Emiliano Freifeld, Francisco Pérez-Bannen, Paola Giannini. 96m. Cine del Futuro.

Corvo, una isla del archipiélago de las Azores, la más metida dentro del océano, tiene una superficie de 17,13 km2, una población de 450 (no, 440) habitantes, tres vuelos semanales que la conectan con las otras islas (sobre todo con la Isla de Flores), un basural a cielo abierto, dos cafés (no, tres), a Nuestra Señora de los Milagros como santa patrona, y a doña Inés de Inez (porque se casó con un señor apellidado Inez) que es la única que aún teje con cinco agujas las boinas con pompón, en lana azul marino y personalizadas para el cliente, en toda la isla. En Corvo (por los cuervos, cuervos marinos, los cormoranes) uno puede conocer en poco tiempo todas las caras y todos los rincones verdes, húmedos, neblinosos, de la tierra entera. Porque es la tierra, no es la luna, aunque esté tan lejos de todo que todo parezca de otro tiempo y de otro mundo. En Corvo el océano embravecido es la barba de los acantilados, y los nubarrones son como la boca abierta de los peces recién sacados del agua y que quieren tomarse el último aire. Hay algo definitivo en Corvo. Alguien dirá que allí los hombres sin mujer se vuelven locos, se arruinan, como Europa, que ya está quemada por ese fuego que borra la memoria. En Corvo no hay historia escrita de su propia historia. A partir de esta película tan valiosa y con tanta poesía (honesta y verdadera), quizás se acabe el olvido.

É na terra não é na lua (Es la tierra, no es la luna, Portugal, 2011). Producción, Fotografía, Cámara y Dirección: Gonçalo Tocha. Guión y Montaje: Gonçalo Tocha, Rui Ribeiro, Catherine Villeret. 185m. Cine del Futuro.

18 de abril de 2012

BAFICI 2012 - Semana 2, primera parte


Domingo 15

Parafraseando el final del slogan en una publicidad de tarjeta de crédito, hacerle caso a tu cuñado no tiene precio. Pobre Mariano. Lo único que le faltaba, hacerle caso al tránsfuga de su cuñado y para conseguirse un plasma más barato dejarlo al cuñado que compre con su tarjeta de crédito (la de Mariano) y se haga pasar por él (por Mariano, claro). Pero el cuñado será tránsfuga aunque no delincuente, por lo que cuando desde el teléfono la representante de la tarjeta empieza a hacerle preguntas, el cuñado sale corriendo del local y lo obliga a Mariano a poner el Siam Di Tella en polvorosa. ¡El Siam Di Tella! El empleado del local los vio, tomó el número de la patente, lo va a denunciar, irá preso (piensa Mariano). Y finge que alguien le robó el Siam Di Tella impecable y lo abandona al costado de las vías sin dejar sus propias huellas, él, que con tanto amor le lustra los guardabarros. Quién podrá hacerle algo al Siam Di Tella porque quién quiere un Siam Di Tella hoy en día, no. Mariano, obviamente. Esta comedia de los hermanos Levy es más seria de lo que parece, y detrás de las risas (muchas) hay otras cosas para decir. Ejemplo: la heladera como espejo de los pensamientos y manual de autoayuda. Toda una declaración de principios sobre el capitalismo, divertidísima, sostenida, sin fisuras, y con uno de los mejores comediantes (casi) desconocido por el gran público: Alan Sabbagh. Nota al pie: en casa tuvimos un Siam Magnette; conozco en carne propia lo que es sufrir por perder un auto tan gaucho como ese.

Masterplan (Argentina, 2012). Dirigida por Diego y Pablo Levy. Escrita por Diego y Pablo Levy y Marcelo Panozzo. Producción: Diego Dubcovsky, Diego y Pablo Levy. Fotografía: Pablo Añeli, Diego y Pablo Levy. Montaje: Luis Barros y Pablo Levy. Intérpretes: Alan Sabbagh, Paula Grinzpan, Andrés Calabria, Pablo Levy, Martín Campi Campilongo, Carlos Portaluppi. 87m. Selección Oficial Argentina.

Lunes 16

GERMANIA introduce una realidad a descubrir por el cine argentino: la vida en las colonias de ciertas colectividades en el interior del país, en este caso una colonia alemana en Entre Ríos. Ese dialecto que hablan, tan mestizado y tan lejano de la lengua materna, bien podría haber valido una película, pero no es esa la intención de Maximiliano Schonfeld. Schonfeld quiere contar una historia de ficción. Y lo que cuenta nos muestra a una madre y sus dos hijos adolescentes que habrán de emigrar a otro sitio porque su granja cayó en desgracia tras la muerte del padre y por algo en apariencia condenable (y que nosotros debemos inferir). Pero esa caída en desgracia nunca potencia un conflicto sólido (el final de la inocencia debiera ser el más evidente, pero ahí se queda porque el tono elegido enfatiza lo protocolar), razón por la cual la película navega sobre cierto esteticismo insuficiente y cierto misterio axiomático que la dejan al borde del naufragio.

Germania (Argentina, 2012). Escrita y Dirigida por Maximiliano Schonfeld. Producción: Bárbara Francisco, Fernando Brom. Fotografía: Soledad Rodríguez. Montaje: Anita Remón. Intérpretes: Brenda Krütli, Lucas Schell, Margarita Greifenstein. 75m. Compentencia Oficial Internacional.

Podríamos afirmar que VILLEGAS tiene figura chejoviana aunque no sea la intención manifiesta del autor de esta película. El abuelo se muere y los primos Pipa y Esteban van al entierro. Los primos viven en la ciudad de Buenos Aires y el abuelo era un patriarca de General Villegas, o Villegas, sin rango militar, en la provincia de Buenos Aires. Y eso es todo. Podría ser mucho más pero eso es todo, porque los primos llegan a la mañana, van al entierro, a la noche cada uno tiene su escarceo romántico al margen de lo permitido, van al campo de la familia, Esteban maneja el tractor nuevo, Pipa canta una zamba entre granos de maíz, se vuelven y algunas cosas más por aquí y por allá, como que el padre lo tienta a Pipa a que se haga cargo del campo y sepamos que el general Villegas completó la Campaña al Desierto cuando Roca llegó a la presidencia de la república. Y eso es todo, y por eso lo de figura chejoviana que corre por cuenta de quien escribe. No hay conflicto latente, no hay climax, el devenir es pura intrascendencia, los motivos de los personajes son demasiado unidimensionales y la conclusión que uno saca como espectador es la de sentir que lo que ve no le interesa porque no alcanza a involucrarse nunca, como si Chejov estuviese en una vidriera y uno solamente pudiera verle la ropa.

Villegas (Argentina/Holanda/Francia, 2012). Escrita y Dirigida por Gonzalo Tobal. Producción: Benjamín Domenech, Juan Villegas, Santiago Gallelli. Fotografía: Lucas Gaynor. Montaje: Delfina Castagnino. Intérpretes: Esteban Bigliardi, Esteban Lamothe, Mauricio Minetti, Paula Carruega, Lucía Cavallotti. 95m. Competencia Oficial Argentina.

Un día mamá, que es tan cascarrabias y de pocas pulgas como el hijo, decide irse de Trípoli sin previo aviso y el hijo se queda solito. Sí, solito, aunque sea un cuarentón, un cuarentón que colecciona autos de juguete y le protesta al cartero por llegar con su pedido a cualquier hora. El hijo ahora es libre e independiente, pero de ahí a que quiera serlo hay mucha distancia. Podría estar acompañado por una prostituta, un vecinito que no se deja de joder con la pelota, una mucama etíope o un canario, da igual. Y ese quedarse solito del hijo más que hacerlo reflexionar le hace tener miedo. Es que Trípoli es una ciudad de edificios viejos e inestables, y de edificios modernos que la guerra civil del ’75 no permitió terminar de construir. Y hasta tiene una playa con barquitos encallados de anclas oxidadas y toda la basura que los libaneses descartan. Y a pesar de que la imagen que nos queda de Trípoli y del Líbano es bastante desoladora (sobre todo cuando descubrimos que es más lindo tener una mucama filipina que una de Sri Lanka, porque son muy feas), terminamos por comprender que los hombres y las mujeres en todos los países del mundo son más proclives al juego y al trabajo, respectivamente, y eso nos hace sentir menos solos, sin diminutivos. Una auténtica película independiente.

OK, enough, goodbye (Tayeb, khalas, yalla / OK, basta, adiós, Emiratos Árabes Unidos/Líbano, 2011). Escrita, Montada y Dirigida por Rania Attieh y Daniel García. Producción: Rania Attieh. Fotografía: Daniel García. Intérpretes: Daniel Arzrouni, Nadiemé Attieh, Walid Ayoubi, Nawal Mekdaad, Sablawork Tesfay. 95m. Cine del Futuro.

Martes 17

Carmen, o Tutuca como la llama Rafael, se banca ese hartante ruido a reggaetón porque no le queda otra. Trata de dormirse pero le pica el ojo, o le duele. Desde una carpa más allá le gritan a Rafael que baje la música, y Rafael accede de mal talante porque Carmen se anduvo toqueteando el ojo. A la madre, cuando llegue al camping, Carmen le dirá que se cayó de la bicicleta, y la madre le pondrá una pomadita. Con el correr de las horas se irá formando el moretón, Cocó preguntará si el Rafa no la anduvo boxeando, y Rafael le preguntará a Carmen si está infectada o algo porque tiene un olor a concha insoportable. Cada uno crea sus propios mecanismos de defensa, y Mariano Luque los retrata en planos cortos en tamaño, largos en duración y tensos hasta lo exasperante. Y la utilización del sonido ambiente que deforma el parámetro de esa normalidad fuera de cuadro, consigue que otra forma de cine argentino (independiente o no) sea posible: el cine que se produce en Córdoba.

Salsipuedes (Argentina, 2012). Escrita, Montada y Dirigida por Mariano Luque. Producción: Julia Rotondi. Fotografía: Natalia König y José Benassi. Intérpretes: Mara Santucho, Marcelo Arbach, Mariana Briski, Camila Murias. 66m. Selección Oficial Argentina.

La nena está loca porque inventa historias y el nene es un ladrón porque se roba un limón de la verdulería. Tienen seis-siete y dos-tres, no más que eso, y deambulan por esos barrios del suburbio de Nueva York que no salen en las películas porque son los barrios donde vive la gente. Un mundo subterráneo los espera. ¿Tienen padres estos chicos? Seguro que sí. ¿Pero dónde están sus padres hoy? Quizás esa tarde no los necesiten porque son navegantes y tienen un mapa de las estrellas, y a lo sumo para volver a casa baste con soltar las moscas que guardaron en una bolsa que ellas les indicarán el camino de regreso. ¿Qué motivó a Cory McAbee a filmar esta película? A lo mejor intentar impedir que sus hijos crezcan. Y entonces nada mejor que encerrarlos en esa máquina del tiempo que es el cine. Porque en el cine, aunque haya cíclopes y gigantes, no puede pasarnos nada malo.

Crazy & Thief (Loca y Ladrón, EE.UU., 2011). Escrita y Dirigida por Cory McAbee. Producción: Cory McAbee, Scott Miller, Steve Holmgren. Fotografía: Scott Miller. Montaje: Matt Cowan. Intérpretes: Willa Vy McAbee, John Huck McAbee, Gregory Russell Cook, Graham Stanford. 52m. Cine del Futuro.

15 de abril de 2012

BAFICI 2012 - Semana 1

Este es el resumen de lo visto en la primera semana del festival, por orden de visionado. Quizás no sea tanto como en años anteriores porque justamente los años pesan y uno digiere más lento las cosas. Y se vuelve más selectivo, incluso en lo que sabe que se está equivocando. ¡Ah! ¿Es una sensación o subió la edad del público? ¿O será que crecieron los chicos de la primera edición y catorce años después algunos ya se arriman a los 40?

Jueves 12

DROMÓMANOS sigue el curso de un puñado de errantes (locos, degradados, lúmpenes emocionales) a través de una serie de viñetas (des)cuidadas estéticamente que no logran evitar lo tópico del tema: la redención de lo marginal. Por momentos muy atrayente en los aspectos visuales, por momentos hasta repulsiva por ese simbolismo fuera de época que la atraviesa, tiene el grave defecto de que al final la construcción queda en evidencia y el verosímil se transforma en una huella desvaída. Valen algunos retratos que no suenan esforzados como el de Pedro y el de Fermín, que llenan la pantalla y la iluminan.

Dromómanos (Argentina, 2012). Escrita y Dirigida por Luis Ortega. Producción: Ignacio Sarchi y Luis Ortega. Intérpretes: Alejandro Tobares, Luis María Speroni, Ailín Salas, Brian Buley, Camila Maidana. 65m. Competencia Oficial Argentina.

AQUÍ ESTOY, AQUÍ NO parece tangencial y caprichosa aunque el hecho de montarse en su propio paradigma la convierte en un objeto extraño e irresistible. Sus confesos ecos al arco dramático de Vértigo no le impiden soslayar la reverencia cinéfila para convertirse en una comedia poco indulgente sobre la clase media en Santiago de Chile a través de un personaje que ni está dormido ni despierto ni consciente de las múltiples realidades que lo atraviesan, como si al pobre Ramiro aún lo cruzara un terremoto que lo hizo estallar como una sandía, como si se lo hubiera tragado la tierra y él la viese desde abajo, o como si surcase interminablemente el cielo como una flecha sin acertar a saber qué es lo que le ha sucedido, como le ocurre a ciertos colectivos, o a ciertas ciudades, o a ciertos países.

Aquí estoy, aquí no (Chile, 2012). Escrita y Dirigida por Elisa Eliash. Producción: Shoot the Bastard / Kiné Imágenes / Constanza Sanz Palacios Films. Fotografía: Florencia Larrea. Montaje: Elisa Eliash. Intérpretes: Juan Pablo Correa, María José Siebald, Constanza González, Elvis Fuentes, Jorge Rodríguez. 96m. Competencia Oficial Internacional.

La verdad en FRANCINE no radica en su verosímil sino en su conciencia, y eso es lo que la hace vulnerable. Esa ex convicta cuya reinserción social se conecta decididamente con lo zoológico desnuda una parábola harto transitada por alguna clase de cine pariente de las crisis, parábola que la cotidianeidad supera con su carga de absurdo y que ni siquiera el esforzado trabajo de Melissa Leo rescata de la medianía del indie, medianía que incluye la eutanasia a un perro y un brusco cambio (poco efectivo) en el registro fotográfico una vez que el perro ha muerto. ¿Pura catarsis? Puede ser, algo así, angustiosa más que angustiante digamos (porque lo angustioso siempre está fuera de uno mismo).

Francine (EE.UU/Canadá, 2012). Escrita y Dirigida por Brian M. Cassidy y Melanie Shatzky. Producción: Joshua Blum, Katie Stern. Fotografía: Brian M. Cassidy. Montaje: Nikola Chapelle. Intérpretes: Melissa Leo, Keith Leonard, Victoria Charkut, Dave Clark, Mike Halsteas. 74m. Competencia Oficial Internacional.

Viernes 13

¿POLICEMAN mantiene latente su violencia por una cuestión meramente presupuestaria, o habrá sido una elección que anida y se anuda en el guión y uno no termina de darse cuenta? Porque uno descubre que el guión permite algunos desbordes que en manos de otro director hubieran disparado imágenes cuyo despliegue visual hubiesen favorecido la tensión dramática del relato, tensión que no levanta vuelo porque Lapid prefiere el tono grave del análisis político al despliegue cinematográfico que las primeras escenas (sobre todo el paseo en bicicleta de los miembros del escuadrón) empezaban a crearnos una (morbosa) inquietud. Y es una lástima porque al final los disparos ya no hacen falta, ni para la acción ni para el discurso.

Policeman (Hashoter / Policía, Israel, 2011). Escrita y Dirigida por Nadav Lapid. Producción: Ital Tamir. Fotografía: Shai Goldman. Montaje: Era Lapid. Intérpretes: Yiftach Klein, Yaara Pelzig, Michael Mushonov, Menashe Noi, Michael Aloni. 107m. Competencia Oficial Internacional

En las faldas del monte Tabú Aurora tiene su hacienda, heredada de su padre. El monte Tabú está en las colonias portuguesas del África, tierra de misterio y aventura para los portugueses imperiales. Y Aurora jamás ha desperdiciado una sola bala practicando caza mayor por lo que es una señal de alarma esa oportunidad en la que comete un yerro, se entera de que está embarazada y se enamora de Gian Luca, el forastero. Todo un melodrama que a Pilar le hubiese encantado ver en el cine, sola, en la primera fila, alguna de esas tardes en las que Doña Aurora, su vecina, no se le metiese en casa con Santa, su criada negra. Es que Pilar está muy sola y a veces pareciera que es en el cine donde comprende mejor su vida, como al ver esa película muda del intrépido aventurero que por amor a su mujer muerta se deja comer por un cocodrilo que desde entonces será un cocodrilo melancólico, tan melancólico como la memoria del mundo. TABÚ, la película de Miguel Gomes, es de una simpleza insobornable y a la vez de una profundidad que sedimenta con el tiempo; Gomes no pretende que el espectador comprenda su historia y saque conclusiones inmediatas y tranquilizadoras (que es una épica sobre el colonialismo podría ser una, pero yo prefiero que TABÚ sea un náufrago que le enseña a leer a una analfabeta), sino que lo obliga a dejarse llevar por la narración como un chico al que le cuentan un cuento antes de irse a dormir. TABÚ no dialoga con el cine como dicen por ahí; para mí que lo reinventa. Gomes ya lo estuvo probando con A cara que mereces (esa película de la que no queda claro si es un musical o una película infantil, las dos cosas o nada de eso, o un juguete para ver en el Cinegraf) y Aquel querido mes de agosto (donde las postales del verano ni son verdaderas ni son ficticias), y sobre todo con Kalkitos, ese cortometraje sobre la negación a crecer y la imposibilidad de comunicarlo. Y que también es en blanco y negro como el viejo cine, ese que al verlo deja en el alma una saudade infinita por lo que ya fue.

Tabú (Portugal/Alemania/Brasil/Francia, 2012). Dirigida por Miguel Gomes. Escrita por Miguel Gomes y Mariana Ricardo. Producción: Luis Urbano, Sandro Aguilar. Fotografía: Rui Pocas. Montaje: Telmo Churro, Miguel Gomes. Intérpretes: Teresa Madruga, Laura Soveral, Ana Moreira, Henrique Espírito Santo, Carloto Cotta. 111m. Trayectorias.

Sobre ANTE LA LEY tendríamos que decir que la regla básica de cualquier documental es dejar en claro que su objeto de hipótesis es ese y no es otro. Aquí pareciera que el escándalo que produjo la publicación del cuento La narración de la historia en la revista Centro es la razón de ser de esta película, pero no. Como este documental no tiene un objeto claro de hipótesis (ni es el caso judicial, ni la vida del escritor Carlos Correas, ni el ambiente gay de los ‘50/’60, ni la vacuidad de nuestros intelectuales), es que sus 138 minutos dejan más dudas que certezas sobre su validez cinematográfica. ¿Para qué tantas cabezas parlantes hablando sobre la persona de Carlos Correas si el resultado de su imagen es nada más que una entelequia? ¿Para qué asistimos a la puesta en cámara del cuento La narración de la historia, si podía leerse un párrafo para que quedase claro el anacronismo de su obscenidad? ¿Y por qué adaptarlo al hoy más recalcitrante, cuando las relaciones homosexuales no admiten controversia? ¿Por qué abandonar a mitad de metraje la investigación del juicio que juzgó a Correas y Lafforgue, respectivamente, a 6 y 3 meses por ofensa al pudor, porque el expediente se ha destruido luego de una equis cantidad de años o porque el juez Bruzzone muestra que la sentencia de dos páginas no registra los motivos de la decisión? ¿Por qué no buscar las trazas perdidas de los recorridos homosexuales en la Buenos Aires de los ’50 y los ’60 para descubrir en el aquí y ahora los restos de un existencialismo olvidado? ¿Por qué todo está dicho y queda la sensación de desconocer todo lo que se dijo? Un trabajo sumamente fallido, o un ejercicio demasiado prolijo sobre un escritor oculto y sobradamente incorrecto, testigo de una época que le minó la vida.

Ante la ley (Argentina, 2012). Escrita y Dirigida por Emiliano Jelicié y Pablo Klappenbach. Producción: Saula Benavente. Fotografía: Pablo Bernst. Montaje: Mariano Graglia. 138m. Competencia Oficial Argentina

SLEEPLESS KNIGHTS habla sobre la crisis española, sobre los emigrantes que escapan de esa crisis, sobre los pueblos que se duermen hasta la muerte o que pierden sus tradiciones en la noche del tiempo. Está filmada en Extremadura, y sus bellísimos planos evocan ese poema de Miguel Machado que dice El ciego sol, / la sed y la fatiga. / Por la terrible estepa castellana, / al destierro, / con doce de los suyos / -polvo, sudor y hierro- / el Cid cabalga. Pero una película hablada en español con título en inglés y capitales alemanes da para desconfiar, y tanto folklore globalizado por momentos alcanza el límite del bodrio… y a veces lo supera.

Sleepless knights (Alemania, 2012). Escrita, Montada y Dirigida por Stefan Butzmühlen y Cristina Diz. Producción: Björn Koll. Fotografía: Stefan Butzmühlen. Intérpretes: Raúl Godoy, Jaime Pedruelo, Ángel Muñoz Ruiz, Pepa Durán Sánchez. 82m. Cine del Futuro

Sábado 14

LOS SALVAJES es una película enorme. Su desmesura se observa en las pulsiones que despierta más que en la razón que las asiste, y esa mezcla de western, alegoría religiosa, road movie, horror, vacío existencial y exceso geográfico, todo junto en cada imagen, lógicamente provoca y asusta. Es así de fuerte y poderosa porque está a la altura de sus ambiciones. También será difícil olvidar los rostros de esos cinco adolescentes viles, sobre todo los de Monzón y el niño Simón, con los nervios en un hilo y la humanidad transida.

Los salvajes (Argentina, 2012). Escrita y Dirigida por Alejandro Fadel. Producción: La Unión de los Ríos. Fotografía: Julián Apezteguía. Montaje: Andrés P. Estrada, Delfina Castagnino. Intérpretes: Leonel Arancibia, Sofía Brito, Martín Cotari, Roberto Cowal, César Roldán. 130m. Competencia Oficial Internacional

Las películas de Hong Sang-soo son algo así como el origen mismo del BAFICI. Desde que se presentó Kangwon-do ui him en la primera edición del BAFICI (1999) año tras año vimos cada opus de este Woody Allen coreano que en realidad (hay que ser justos) no se parece a nadie. Las películas de Hong son siempre la misma con variantes más o menos felices; entre las más felices podemos encontrar Woman on the beach (la que me llevó a seguirlo consecuentemente) y entre las menos, THE DAY HE ARRIVES. No es que sea una película fallida: tan solo se agota en su juego de puntos de vista y constante retorno y nos permite reír con una risa franca con algunos chistes muy eficaces sobre las relaciones afectivas entre hombres, mujeres y amigos. Pero no quedará mucho más en el recuerdo excepto que el año que viene lo esperamos otra vez a sala llena.

The day he arrives (Book-chon bang-hyang/El día en que llega él, Corea del Sur, 2011). Escrita y Dirigida por Hong Sang-soo. Producción: Kim Kyoung-hee. Fotografía: Kim Hyung-koo. Montaje: Hahm Sung-won. Intérpretes: Yu Jun-sang, Kim Sang-joong, Song Sun-mi. Kim Bok-yung. 79m. Trayectorias.

Bestias que viven en un parque zoológico a cielo abierto. Eso es BESTIAIRE, la película con la que Denis Coté compite en la sección Cine del Futuro. Durante 72 minutos el espectador asiste al recorte que de esa realidad ofrecen los planos de Coté, planos que acompañados por el sonido que los animales producen en el espacio (sonido que casi siempre está fuera de campo) tal vez genere desde aburrimiento hasta pánico, como en ese momento en que las cebras se ponen nerviosas y patean el piso y las puertas del establo, y más allá los leones también se inquietan. Un halago: es una película imposible de contar. La experiencia es de ustedes.

Bestiaire (Bestiario, Canadá/Francia, 2012). Escrita y Dirigida por Denis Coté. Producción: Sylvain Corbeil, Denis Coté. Fotografía: Vincent Biron. Montaje: Nicolas Roy. 72m. Cine del Futuro.

Exequiel no es exitoso y tiene una vida muy poco excitante en San Antonio, una playa al sur de Santiago donde el Pacífico enfría a Chile. Da clases de educación física en una escuela primaria, sus alumnos le prestan la mínima atención indispensable, y aunque haga rifas y les de como premio una camiseta naranja con la foto grupal de todos los compañeros abrazados (justamente la gana Rubén, el chico al que le gusta jugar al básquet como a él) es difícil despertarles el interés por el deporte, o por el juego. Su papá está viejo y a Exequiel le cuesta dejarlo solo para tener su propia independencia; Carmen, su hermana, se casó y vive en Santiago con un comerciante que hasta habla en coreano; Fabián se quiere divorciar y busca su interior más profundo en algún libro, y de repente vuelve la Emiliana, divorciada también, a quitarle la marca autoadhesiva de la camisa nueva. Con este material otros directores independientes y debutantes hubiesen hecho una película de tópicos costumbristas ganada por el melodrama en algún momento cercano el final aunque contemplativa, mesurada y distante. Pablo Cerda no se deja tentar y su EDUCACIÓN FÍSICA es una comedia con menos televisión de lo que parece, con la elegancia de un clásico como Marty por ejemplo, con apuntes zumbones sobre la vida provinciana en un Chile de mercado, y con una puesta en escena que progresa junto a la curva dramática a medida que Exequiel (Cerda también, francamente notable y con 26 kilos demás) se vuelve introspectivo, se le encienden los ojos y todo alrededor tiene otro color. Merece el recuerdo en esta edición del BAFICI. Una sorpresa entrañable de bienvenida ternura, y por si fuera poco con muy lindas canciones que uno quisiera volver a escuchar mientras se clava una Chuck Norris en Hollyfood, solo, un sábado a la nochecita.

Educación física (Chile, 2012). Dirigida por Pablo Cerda. Escrita por Pablo Cerda y René Martín. Producida por Carolina Soltmann y Pablo Cerda. Fotografía y Cámara: Jorge González. Montaje: Sebastián Arriagada. Intérpretes: Pablo Cerda, Tomás Vidiella, Francisca Lewin, Carmen Fillol. 105m. Panorama.

No es el principio del verano; promedian las luces largas, el calor, el verde. Giacomo y Stefi pasean por un bosque, llegan al río, se bañan, juegan. Pasa un día, pasan dos, pasa una noche en un parque de diversiones, en un baile popular, tocan la batería e inventan canciones. Se conocen mucho parece. Y cuando vuelven Stefi va parada en la bicicleta que conduce Giacomo. La sonrisa de Giacomo es franca; a Stefi pareciera que la cruzan pensamientosmás profundos. Cae el sol pero la luz es diáfana como toda esta película. Pero unos momentos antes pasó algo extraño: mientras jugaban en el río a Stefi le entra arena en el ojo y se asusta. Un corte a negro marca la pauta de que algo más sucede. El conflicto se planteó segundos después de comenzada la historia: Giacomo es sordo. Como Bárbara. Y ya no hay tanta inocencia como hemos visto previamente, y al final hemos crecido nosotros también porque nos sentimos un poco defraudados. ¿Por la película? No, para nada. Al final nos damos cuenta de que no somos chicos y que por hablar del pelo largo que parece barba entre las mejillas se nos escapa otro nombre sin querer. Cuando vemos por primera vez el rostro completo de Giacomo han pasado unos cuantos minutos de proyección; hasta entonces vimos su andar hacia adelante y escuchamos su voz raspada. Al final, cuando ya lo conocemos lo suficiente, queremos quedarnos con parte de su verano si es que estamos cerca del otoño y empezamos a mirar atrás. Por suerte no es una película notable, es nada más que bella.

L’estate di Giacomo (El verano de Giacomo, Italia/Bélgica/Francia, 2011). Escrita y Dirigida por Alessandro Comodin. Fotografía: Tristan Bordmann. Montaje: Joao Nicolau y Alessandro Comodin. Producción: Faber Films / Les Films Nus / Les Films d’Ici. Intérpretes: Giacomo Zulian, Stefania Comodin, Barbara Colombo. 78m. Adolescencias.

Pasado el BAFICI vuelve el teatro al Blog de la Esquina Peligrosa. Hemos visto Escandinavia, La patria fría, El gigante Amapolas y La edad de oro, y comentaremos cada uno de esos espectáculos. Y si tienen ganas y si tienen tiempo investiguen un blog amigo, http://californiateatro.blogspot.com; parece que además de estar bueno el blog, se está cocinando algo sustancioso. ¡Háganse fan de California, yo sé lo que les digo!