Foto CTBA/Carlos Furman
El porvenir es lo que vendrá. Lo
que se desconoce aunque se imagine, lo que se le escabulle a la experiencia, lo
inaudito. Ese barro resbaloso por el que nos deslizaremos tarde o temprano y en
el que nos habremos de disolver. El porvenir es el futuro. Y si en un futuro
próximo o lejano todos nos vamos a morir, ¿significa que el futuro es la
muerte? ¿La muerte es el porvenir que nos espera? ¿Tan fatal es el porvenir?
No. No es que sea fatal el
porvenir. Es inevitable. El porvenir, en concepto, es muy similar al destino,
aunque el destino no sea tan lineal. Mientras que el porvenir nunca deja de estar allá
adelante, el destino se dispara hacia todas direcciones. El
destino es lo que dicen los dioses a su albedrío. Es cierto que a algunas
personas los dioses les dicen las cosas a los gritos, y así les va. Esa pobre
gente que tiene un destino a voz en cuello no la pasa para nada bien. Sin
embargo, si alguien advierte el primer alarido de su fortuna aviesa, quizás
deba quedarse tranquilo. Quedarse quietito. Tentar a la suerte y esperar que se
ponga de su lado. A veces pasa que la suerte se pone de nuestro lado.
Eso le ocurre a la mujer que naufraga
en un crucero y aguanta la respiración hasta el límite de lo posible. Pero no
le pasa a la elegida que no supo torcer una de las vías que le evitara el
paralelo infinito. ¿Y a esa a quien las probabilidades inevitablemente se la
llevarán puesta? El porvenir, entonces, es un universo cada vez más grande,
cada vez más extraño, cada vez más ridículo. El porvenir es el silencio detrás
del ruido y la furia. El porvenir siempre llega, y se parece tantísimo al final
de los cuentos que cuando terminan, bien podrían continuar.
Es cierto que EL PORVENIR
(CUENTOS COREOGRÁFICOS) se parezca mucho al gracioso desdén de Silvina Ocampo y
a las fantasías musicales de Felisberto Hernández, y que los tres cuentos que componen
el espectáculo –El presagio, La elegida, La probabilidad- incluso invoquen el tan amplio cosmos del cine. Sin
embargo agotar esta pieza en relaciones interpretativas es restarle
posibilidades al deslumbramiento. Porque la música, la palabra y el movimiento,
cuando eligen ese destino que se expande sin límites, no pueden menos
que deslumbrar incluso hasta a los más incrédulos. Este es un espectáculo
deslumbrante porque, además de hacer bailar al intelecto, desafía los géneros
establecidos al desplazarse entre ellos con la impunidad de un niño. Sí, claro.
EL PORVENIR (CUENTOS COREOGRÁFICOS) es un espectáculo donde, por ejemplo, los barcos zozobran y la gente nada para salvarse, lo que también resulta muy divertido. Y si es divertido se debe a que la puesta en escena de Eleonora Comelli administra con
maestría no solo los recursos de María Merlino como actriz, de Zypce como
músico, de las coreografías que comparte con Gabriel Contreras y de los cuerpos
de los bailarines del Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. También
administra un recurso que a veces se olvida y que después es muy difícil de
recuperar: el del presente que se esfuma en esa voltereta que reinventa el
teatro cada vez que hay función. Porque el porvenir no existe si no se lo
invoca hoy, cuando estamos tan vivos que viviremos para siempre.
EL PORVENIR (CUENTOS COREOGRÁFICOS). Dramaturgia y dirección: Eleonora Comelli. Coreografía: Gabriel Contreras y Eleonora Comelli. Diseño musical, diseño sonoro, música original y músico en escena: Zypce. Diseño de iluminación: David Seldes. Diseño de escenografía: Gonzalo Córdoba Estevez. Diseño de vestuario: Paula Molina. Diseño y edición de video: Federico Lamas y Johana Wilhelm. Intérpretes: Ballet Contemporáneo del Teatro San Martín. Duración: 75 minutos. Martes a las 20; jueves, sábados y domingos a las 15. Sala Martín Coronado del Teatro San Martín, Av. Corrientes 1530. Hasta el 18 de agosto.