27 de diciembre de 2009

Balance 2009 (con la panza llena)


Este año vi 100 espectáculos de enero a diciembre, algo así como 8,33 por mes aunque es una cifra mentirosa, ya que en el mes de octubre vi 25 de ellos (17 en el FIBA y 8 más antes y después del Festival). Conocí varias salas que desconocía, descubrí autores, actores y directores de quienes no tenía referencias, vi más espectáculos internacionales de los que podía imaginar a comienzos del año, y empecé a escribir este blog sin esperar ninguna clase de repercusión. En el balance el saldo podría ser negativo porque mis expectativas a comienzos del año eran totalmente distintas; en enero este blog no estaba ni por asomo en mi horizonte, por ejemplo, y tampoco estaba decidir volcarme de lleno al teatro. O sea, fracasé. Yo quería otra cosa. Pero bueno, también hay fracasos exitosos, y para mí este fracaso de 2009 ha sido todo un éxito. Habrá sido por la Gripe A o por Elena Roger en el escenario del Liceo, pero desde que publico este blog mi vida profesional ha dado un vuelco y por el momento no tengo ganas ni de triunfar ni de recuperarme del accidente.
Generalmente los balances son meras estadísticas por lo que no voy a defraudar a nadie y a continuación voy a enumerar todos los espectáculos que vi, por orden alfabético: A PROPÓSITO DEL TIEMPO, AGOSTO. CONDADO OSAGE, ALA DE CRIADOS, AMAPOLA (CÓMO PUEDES TÚ VIVIR TAN SOLA), AMORES RETRO, ARE YOU REALLY LOST?, ASÍ DA GUSTO, BAMBOLENAT, BERESTOWOIK, BÉSAME MUCHO, BETTY EN EL CIELO (EL INFORME FINAL), BLUT! UNA PAREJA DE SANGRE, BODY ART, BUSCADO, CARIÑO YACARÉ, CASA DE CITAS, CASANIMAL, CERNÁ DÍRA / EL AGUJERO NEGRO, CORSARIOS, CHÚMBALE, DE HOMBRE A HOMBRE, DEFENSA DE DAMA, DESPUÉS DEL NAUFRAGIO, DIÁLOGO DE UNA PROSTITUTA CON SU CLIENTE, DON JUAN DE ACÁ, EL AGUA Y EL ACEITE, EL ANIMADOR, EL AÑO QUE VIENE A LA MISMA HORA, EL AURORA, EL AVARO, EL DESARROLLO DE LA CIVILIZACIÓN VENIDERA, EL DÍA QUE NIETZCHE LLORÓ, EL JOVEN FRANKENSTEIN, EL JUEGO DE LAS ESTACIONES, EL MUNDO ROTO, EL ÚLTIMO ENCUENTRO, ESCORIA, EXACTAMENTE BAJO EL SOL, FALSA ESCUADRA, FEDE SASTRE, FRANKIE Y JOHNNY EN EL CLARO DE LUNA, GORDA, GOTAS QUE CAEN SOBRE ROCAS CALIENTES, GRANDE Y PEQUEÑO, HAMLET, HOTEL SPLENDID, IAGO – ESCENA PARA UN CRIMEN, IN PUNTA DI PIEDI / DE PUNTILLAS, JEAN LA CHANCE, LA COMISIÓN CENTRAL PARA LA INFANCIA, LA FORMA DE LAS COSAS, LA GRACIA, LA MACIEL, LA NIÑA QUE MORÍA A CADA RATO, LA TERCERA PARTE DEL MAR, LA TERRIBLE OPRESIÓN DE LOS GESTOS MAGNÁNIMOS, LA TRAGEDIA CÓMICA, LA ÚLTIMA HABITACIÓN (EL DESPERTAR DE CLARA), LA VUELTA AL MUNDO EN UN VIOLÍN, LAME VULVA, LAS AMARGAS LÁGRIMAS DE PETRA VON KANT, LAS GONZALEZ, LOS ERRORES DE NOÉ, LOTE 77, LOVELY REVOLUTION, LUISA, MARAT SADE, MÁS RESPETO QUE SOY TU MADRE, MÉTODOS PARA NO LLORAR, MISHELLE DI SANT’OLIVA, MUJERES QUE CANTAN, MULHER ASFALTO / MUJER ASFALTO, NIÑOS DEL LIMBO, NOCHE BUENA, NOCHES DE VERANO, NURSE. ELEMENTAL. MANUAL DE PROCEDIMIENTOS, ORUGA, PIAF, PLAYROOM, PLEY – TRES MUJERES EN JUEGO, QUERIDA MARTA, QUIENQUIERA QUE HUBIERA DORMIDO EN ESTA CAMA, REY LEAR, ROSE, SALSIPUEDES, SANGRA – NUEVAS BABILONIAS, SEÑORITA ELSA, SOLAS NO MÁS, SOUVENIR, SPRAWA DANTONA / EL CASO DANTÓN, STRAVINSKY EVENING / VELADA CON STRAVINSKY, TARANTO, THE PILLOWMAN, TODOS LOS SECRETOS, TREN, UN HUECO, UNA FAMILIA DENTRO DE LA NIEVE, UNA VISITA INOPORTUNA, VOTO DE SILENCIO (LA HISTORIA DE UN BESO), YO EN EL FUTURO.
Muchos de estos espectáculos los vi antes de comenzar con el Blog de la Esquina Peligrosa, por lo que no tuvieron reflejo en esta pizarra. Otros no me gustaron y, como comenté alguna vez, cuando un espectáculo no me gusta prefiero no reflejarlo. Creo firmemente en que uno, más que formar la opinión de los demás, debe crear en los otros el interés por ver qué pasa. Todo lo que escribí tuvo ese fin, el de despertarles el interés por hechos artísticos que aportan una mirada nueva sobre la vida de la gente. Si un espectáculo desde mi perspectiva es un espectáculo fallido, no tengo autoridad para pontificar cómo lo hubiera mejorado; si sé hacerlo mejor monto un espectáculo en un escenario y listo. En algo de eso estoy, como ya les conté.
Respecto de cuál sería mi balance de excelencia en cuanto a los espectáculos nacionales, aquí les dejo la pirámide de los diez mejores:



PIAF - REY LEAR - LA GRACIA - VOTO DE SILENCIO (LA HISTORIA DE UN BESO) - TODOS LOS SECRETOS - BERESTOWOIK - UN HUECO - AGOSTO. CONDADO OSAGE - SOUVENIR - ROSE

Estos espectáculos crecen en mi memoria a medida que pasa el tiempo. ROSE, SOUVENIR y AGOSTO. CONDADO OSAGE crecen por el recuerdo de sus actores; UN HUECO, BERESTOWOIK y TODOS LOS SECRETOS por la resolución de sus puestas en escena, el vuelo de sus textos y las actuaciones de sus intérpretes; VOTO DE SILENCIO (LA HISTORIA DE UN BESO) por su poesía sencilla, su belleza sensible y sus entrañables personajes (¡y porque ganó el Premio S 2009!); LA GRACIA y REY LEAR por la profundidad de sus estéticas y de sus semánticas, y PIAF por el telón rojo, por las sombras y por Elena Roger. Y son cinco los espectáculos internacionales que destaco: CERNÁ DÍRA / EL AGUJERO NEGRO (Praga, República Checa), MISHELLE DI SANT’OLIVA (Palermo, Italia), HOTEL SPLENDID (Seúl, Corea del Sur), SPRAWA DANTONA / EL CASO DANTÓN (Wroclaw, Polonia) e IN PUNTA DI PIEDI / DE PUNTILLAS (Roma, Italia), porque todos ellos dejaron una marca de aprendizaje indeleble en mi memoria.
No creo que haya mucho más para agregar por este 2009. O sí: en el 2010 también tendremos comentarios cinematográficos en este boletín, pero no de estrenos: grandes obras olvidadas, obras maestras recientes y secuencias inolvidables de títulos desconocidos. Eso a partir de enero, o sea, el domingo que viene.
Gracias por leer este blog, por recomendarlo a sus amigos y por acercárselo a los enemigos, y por permitirme expresar con entera libertad mi absoluta subjetividad. ¡Un abrazo grande para todos y muy feliz comienzo de año!

20 de diciembre de 2009

Palabras, palabras, palabras


Parece que Robert Greene (1558?-1592) dijo en un panfleto destinado a otros genios universitarios como él: Hay un cuervo embellecido con nuestras plumas quien, con su corazón de tigre envuelto en un cuero de actor, se cree capaz de lanzar un verso blanco como el mejor de ustedes, y siendo un atorrante absoluto es, en su vanidad, el único que conmueve la escena del país. Greene no se refería a John Lyly, Christopher Marlowe o George Peele sino a ese que era un shake-scene, o sea William Shakespeare. Shakespeare, hijo de un comerciante devenido alcalde de Stratford-upon-Avon y de una mujer de rica familia que profesaba la fe católica a escondidas de la iglesia anglicana, no era un genio universitario porque no había cursado altos estudios pero produjo la más alta poesía ejerciendo por ejemplo la utilización perfecta del pentámetro yámbico (una sílaba átona y una sílaba tónica en un verso de cinco pies, sin rima) y la profundización metafísica escondida en los pliegues de sus personajes. Tal la usanza de la época las tramas del teatro isabelino y jacobino provienen de fuentes históricas diversas y nunca son originales, pero la intervención iluminada de este cuervo encarnado en un actor logró definir el alma humana en estos versos atormentados: La vida no es más que una sombra en marcha; un mal actor que se pavonea y se agita una hora en el escenario y después no vuelve a saberse de él: es un cuento contado por un idiota, lleno de ruido y de furia, que no significa nada (Macbeth, Acto V, Escena V).
Shakespeare (1564-1616) escribió entre 1605 y 1606 La auténtica crónica histórica sobre la vida y la muerte del rey Lear y sus tres hijas. La historia del rey Lear y sus hijas Regan, Goneril y Cordelia proviene de la Historia Regum Britanniae del galés Godofredo de Monmouth, escrita entre 1130 y 1136 y aparentemente de nulo valor histórico aunque de gran importancia literaria por referir, además de la historia de Lear, la del rey Arturo y sus nobles caballeros. En el libro de Monmouth, Lear (quien habría vivido antes de la fundación de Roma) decidió, llegada su vejez, repartir su reino entre sus hijas a partir del amor que cada una de ellas le profesaba. En esta historia no hay tanta tragedia como en la obra del bardo inglés, pero no debemos olvidar que desde los festivales dionisíacos griegos hasta la época de la reforma luterana el teatro tuvo como fin enfrentar al público con su propio sino para aportarle una enseñanza moral a la sociedad de turno. El teatro isabelino y jacobino, por lo tanto, sirvió con sus tragedias y sus comedias como nivelador social, puesto que salas como The Theatre, The Globe, The Swann, The Curtain, The Rose o los patios de los albergues permitían que el rito mezclara clases e intereses diversos, apenas separados por un penique o por un cojín. En esos escenarios despojados transcurrieron duelos, corrió la sangre, se expresaron sentimientos y se cuestionaron problemas filosóficos mucho tiempo antes que las letras de molde los divulgaran en cuartos o folios.


Si la versión de REY LEAR que se exhibe en el Teatro Apolo de Buenos Aires es memorable lo es por tres motivos: por su puesta en escena, por la tormenta y por Alfredo Alcón. La puesta en escena firmada por Rubén Szuchmacher remite en algunos aspectos a la forma isabelina: no hay una reconstrucción realista del espacio sino un monocromático andamiaje de caracteres, cuya atemporalidad conmueve por tan cercana en sentimientos como por tan distanciada en lo histórico. Aquí la palabra se funde en la acción quizás como en el cine (gran trabajo del director y de Lautaro Vilo en una adaptación que pule el lenguaje para hacerlo accesible sin vaciarlo ni de contenido ni de poética), pero con la contundencia del hecho vivo cuyo maniqueísmo se vuelve virtuoso a instancias de los actos y de sus humanos protagonistas. Apenas unos bancos y unos paneles con proyecciones lumínicas le permiten a Szuchmacher crear un entorno geográficamente seco y escarpado como la vieja Bretaña, al tiempo que transmite una extrañeza posmoderna al mezclar caos con asepsia sin necesidad de explicaciones didácticas. Aquí también hay sangre, hay duelos, hay emoción sentimental y hay juicios filosóficos, pero nunca vamos a encontrarlos literalmente. Es por esa falta de literalidad en la puesta que la escena de la tormenta podría ser una obra de teatro por sí misma. Lear enloquecido, Kent desterrado, el Loco cuerdo y Edgar como Tom transitan ese campo azotado por el viento y la lluvia y la furia tratando de encontrar la armonía entre el universo, el poder político y el hombre, y lo atraviesan teniéndose a sí mismos como único sostén. Aunque sea un asunto emocionante en sí mismo lo es mucho más cuando todos esos hombres juntos, asustados, solos, nos hacen creer que hay viento, que hay lluvia, que hay relámpagos, que hay truenos y que tienen los corazones rotos. Alfredo Alcón, Horacio Peña, Roberto Castro y Joaquín Furriel lo consiguen. Cada uno en su justa medida es protagonista de un momento donde podría pasar cualquier cosa pero lo único que queda claro es lo difícil que es vivir en este mundo. Y respecto de Alfredo Alcón… Alfredo Alcón no es solamente un monstruo sagrado de la escena nacional: es un hombre capaz de comprender los meandros del alma y de expresarlos cada vez con mayor sencillez. Es eso lo que lo hace venerable, por el legado que nos deja en la memoria y por extendernos los límites de la vida. Como Shakespeare, desde hace más de 400 años.

REY LEAR, de William Shakespeare, en versión de Rubén Szuchmacher y Lautaro Vilo. Dirigida por Rubén Szuchmacher. Productores Generales: Pablo Kompel y Adrián Suar. Diseño de Escenografía, Proyecciones Lumínicas y Vestuario: Jorge Ferrari. Diseño de Iluminación: Gonzalo Córdova. Música Original y Diseño Sonoro: Bárbara Togander. Intérpretes: Alfredo Alcón, Joaquín Furriel, Juan Gil Navarro, Roberto Carnaghi, Roberto Castro, Horacio Peña, Carlos Bermejo, Mónica Santibáñez, Ricardo Merkin, Paula Canals, Julián Vilar, María Zambelli, Luciano Linardi, Paul Mauch, Eduardo Peralta. Teatro Apolo, Corrientes 1372. Repone en enero.

13 de diciembre de 2009

Balada del adiós

Habrán visto que esta entrada tardó en llegar pero hubo una razón de peso: terminé la segunda versión de la primer obra de teatro que escribo en un lustro. En algún momento, hace unos dos años, pensé que había perdido la facultad de escribir textos dramáticos, pero evidentemente esa facultad estaba aletargada, adormecida, inmóvil, y en concreto había que esperar nada más que despertase. No estaba muerta como me imaginé en ciertas noches de zozobra. Y tampoco hubo que practicarle maniobras de resucitación. Tardé cinco meses en escribir esta obra, y de verdad les digo que estoy muy sorprendido. Fue un acto placentero. A lo mejor lo placentero estriba en que elegí un material muy cercano, pues decidí versionar mis impresiones sobre los cuentos que James Joyce escribió en Dublineses. Dublineses es uno de esos libros que se transforma en tu vida si sos lo suficientemente permeable para dejarlo sedimentar en tu conciencia, uno de esos libros que uno no comprende durante la adolescencia y que al llegar a la adultez lo descubre en los bordes de sus días. Pero este texto, a la vez, tiene que ver con otras despedidas y con otros comienzos, no necesariamente literarios, cinematográficos o teatrales. No importa eso ahora. El hecho es que ya está listo para empezar a crecer. Eso sí, no verán pronto esta pieza. La voy a dirigir yo, y todavía me falta para ser un buen director de teatro. Será en algún momento.

Debido a esta necesidad de terminar de escribir la obra fui mucho menos al teatro. Muchísimo menos. Y las dos piezas de las que me gustaría hablar hoy ya no están en cartelera. Las vi hace unas cuantas semanas junto a otros espectáculos y quedaron reverberando en mi memoria. Las dos hablan de la muerte, una en forma alegórica y la otra desde lo absurdo, pero en ambos casos no hay lobreguez posible porque las dos hablan de la muerte desde la belleza o la poesía.
LA NIÑA QUE MORÍA A CADA RATO es un muy buen ejemplo de análisis figurado de la realidad latinoamericana. Su historia, la de una muchacha que muere y resucita con la misma facilidad con la que duerme y respira, simboliza una serie de temáticas que van de las leyendas populares a la desaparición forzada de personas pero sin apartarse del relato que narra. Ambientada en el campo de alguno de nuestros países y en un tiempo indefinido pero que es el pasado, no importa tanto si reciente o remoto, esta muchacha milagrosa, blanca y descalza, aguarda que el jaguar (el hombre que no perdió su animalidad, pero que necesita del hombre) la devore finalmente para encarnar su destino de mito. Este texto de José Luis Arce (Primer Premio de Dramaturgia 2003, Fondo Nacional de las Artes) encuentra en la puesta de Joaquín Gómez una exacta medida de belleza acorde a la rusticidad del enigma propuesto, una puesta donde domina el claroscuro y donde cada imagen recuerda las estampas de un libro de fábulas. Es un halago: a nuestra generación le gustaba sumergirse en los libros de las generaciones anteriores, y LA NIÑA QUE MORÍA A CADA RATO tiene ese reverbero a papel viejo que renace en cada nueva lectura.
LA ÚLTIMA HABITACIÓN (EL DESPERTAR DE CLARA) nos presenta varias posibilidades de una misma situación: una paciente en coma despierta de su letargo. ¿Despierta? ¿O no será que su enfermera, su médico, su marido, quieren verla vivir otra vez? ¿Y qué prefiere Clara, volver a su antigua rutina o formar parte de Los Abejorros, ese grupo de gente que vuela entre el más allá y aquí nomás? Una realidad que alterna entre lo visible y la duermevela recorre, juguetona, los bordes trágicos de la vida valiéndose de recursos propios del clown, demostrando que aún para hablar de cosas tristes uno puede esbozar una sonrisa o largar una carcajada. Y aunque el aspecto inicial sea naturalista, la trashumancia de sus actores le da enseguida esa impronta de circo que subvierte los valores y permite ver lo que está escondido en cada uno. Luisina Di Chenna y Gabriel Páez como Clara y el Negro son sinceramente entrañables.

LA NIÑA QUE MORÍA A CADA RATO, de José Luis Arce. Dirigida por Joaquín Gómez. Asistencia y Producción General: Miguel A. Borrás. Diseño y Realización de Escenografía: Gisela Ranieri. Diseño y Realización de Vestuario: Paola Grimonti. Música Original: Demi Carabajal, Martina Ulrich, Martín Ulrich. Intérpretes: Yanina Soirejman, Silvia Lucero, Alberto Silva, Eduardo Manelli, Bárbara Coss, Juan Tupac Soler, Patricia Russo, Fabiana Páez. Teatro IFT.

LA ÚLTIMA HABITACIÓN (EL DESPERTAR DE CLARA), creación colectiva de la Compañía Comediantes sin Pulgares. Dirigida por Walter Velázquez. Producción General: Andrea Feiguin. Diseño de Luces: Ricardo Sica. Escenografía: Ariel Vaccaro. Vestuario: Soledad Galarce. Intérpretes: Luisina Di Chenna, Gabriel Páez, Maximiliano Trento, Sol Lebenfisz. III Festival Internacional de Teatro Independiente PIROLOGÍAS 2009 (Villa Bosch, Provincia de Buenos Aires).