La 88ª edición de
los premios de Academia de Artes y Ciencias Cinematográficas de Hollywood es
quizás la que mejores películas tenga nominadas en muchos años aunque algunas
nos gusten más que otras, como siempre pasa. Las dos que tienen mayor cantidad
de nominaciones son las más desmesuradas (una es mejor que la otra, sin dudas),
dos de ellas son disfrutablemente clásicas, dos hablan de manera directa y sin
esconderse sobre la violación a la infancia, una más abreva en el lado más
filoso de la sátira política, y la última francamente es tan bella como los
ojos de su magistral protagonista. Este año si se pierden de ver alguna tal vez
les queden las ganas de querer verla alguna vez, porque este año el Oscar vale
la pena, cosa que es rara de decir en el siglo que corre. Aquí va una opinión
de cada nominada a la Mejor Película, de menor a mayor.
EL RENACIDO (The Revenant; USA, 2015. Dirigida por Alejandro
González Iñárritu. Escrita por Mark L. Smith y Alejandro González Iñárritu.
Producida por Arnon Milchan, Steve Golin, Alejandro González Iñárritu, Mary
Parent, Keith Redmon. Fotografía: Emmanuel Lubezki. Montaje: Stephen Mirrione.
Intérpretes: Leonardo DiCaprio, Tom Hardy, Domhnall Gleason, Will Poulter. 156
minutos)
12 nominaciones:
Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor (Leonardo DiCaprio), Mejor Actor de
Reparto (Tom Hardy), Mejor Diseño de Producción, Mejor Fotografía, Mejor
Montaje, Mejor Vestuario, Mejor Maquillaje y Peluquería, Mejor Mezcla de
Sonido, Mejor Edición de Sonido, Mejores Efectos Especiales.
Quizás EL
RENACIDO sea una película de factura compleja y de estética -en algunos
aspectos y en algunos momentos- irreprochable, pero eso no alcanza cuando se
intenta compararla con filmes enormes de la historia del cine como leímos por
ahí. Esos filmes enormes (pongamos dos casos, Andrei
Rubliov, de Andrei Tarkovski, y The searchers,
de John Ford) tienen una historia fuerte para contar y no hacen de esa historia
fuerte el centro del relato; en ellas es más importante el apunte, el elemento
que reconstruye el dibujo, el devenir que confirma la existencia de los
personajes, y también una heterogénea búsqueda formal que impide al espectador
formarse una idea única de lo que está viendo. En EL RENACIDO toda la película
está amparada en un solo artilugio visual (el plano secuencia, las lentes de
gran angular, la colorimetría que vira a la gelidez del panorama), y cuando
llega el momento de profundizar la trama ya no hay nada que decir porque los
personajes mostraron ambas caras de la moneda. La forma anula al contenido, y
entonces el espectador bosteza y se va de la aventura y se queda observando
algo que resulta ajeno a sus fantasías. Enorme pecado para una película donde
los cazadores de pieles, las flechas de los indios, el ataque de un oso y los
barrancos helados son su materia prima y la esencia de tanta buena literatura.
PUENTE DE ESPÍAS (Bridge of spies; USA, 2015. Dirigida por Steven
Spielberg. Escrita por Joel y Ethan Coen y Matt Charman. Producida por Steven
Spielberg, Mark Platt, Kristie Makosco
Krieger. Fotografía: Janusz Kaminski. Michael Kahn. Intérpretes: Tom Hanks,
Mark Rylance, Alan Alda. 142 minutos)
6 nominaciones:
Mejor Película, Mejor Actor de Reparto (Mark Rylance), Mejor Guión Original,
Mejor Partitura Original, Mejor Mezcla de Sonido, Mejor Diseño de Producción.
Una de Spielberg
con guión de los hermanos Coen podría haberse convertido en casi una obra
maestra a la vieja usanza (bueno, los años ’70 ya están quedando lejos y nos
vamos poniendo viejos aunque no nos demos cuenta), pero aunque Spielberg relata
su historia con brío esta vez no profundiza demasiado ni le encuentra aristas
novedosas al asunto de la Cortina de Hierro. La película es fantástica en todo
lo que remite a sus cualidades formales, pero es en eso mismo en donde falla.
En Caballo de guerra Spielberg elaboraba una
fantasmagórica trinchera donde la anécdota del caballo que se impone a su
destino resultaba no solamente verosímil sino también emocionante. Aquí el
intercambio de espías no funciona como en aquellas películas de la Guerra Fría,
a lo mejor porque la reconstrucción de un mundo que ya no existe se queda en la
maqueta fotográfica de la Historia cuando hubiera sido conveniente alterarla en
beneficio del suspenso.
LA GRAN APUESTA (The big short; USA, 2015. Dirigida por Adam McKay.
Escrita por Charles Randolph y Adam McKay. Producida por Brad Pitt, Dede Gardner, Jeremy Kleiner. Fotografía: Barry Ackoyd. Montaje: Hank Corwin. Intérpretes: Christian
Bale, Steve Carell, Ryan Gosling, Brad Pitt, Marisa Tomei. 130 minutos)
5 nominaciones:
Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor de Reparto (Christian Bale), Mejor
Guión Adaptado, Mejor Montaje.
LA GRAN APUESTA
tiene mejores chances cuando le da permiso a la parodia desbocada de los hechos
reales que cuando apuesta por los costados dramáticos que no necesita ni
siquiera como marco para del devenir de los personajes. De texto inteligente y
farragoso, con intenciones de salirse de la norma y por momentos lográndolo
(cuando explica la gran timba de la realidad con gente real que no se adecua a
ella en nuestro imaginario, por ejemplo), luego de verla queda la sensación de
conocer la burbuja que desató la gran crisis económica en la primera década de
este siglo en los Estados Unidos, pero también la sensación de localía que
desbarata la denuncia, esa sensación de que aquí la pasamos peor y que
podríamos decir mucho más al respecto.
LA HABITACIÓN (Room; Irlanda/Canadá, 2015. Dirigida por Lenny
Abrahamson. Escrita por Emma Donoghue. Producida por Ed Guiney. Fotografía: Danny
Cohen. Montaje: Nathan Nugent. Intérpretes: Brie Larson, Jacob Tremblay, Joan Allen, William H. Macy.
118 minutos)
4 nominaciones:
Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actriz (Brie Larson), Mejor Guión
Adaptado.
Lo que redime del
cine exploitation a LA HABITACIÓN es la
mirada infantil de Jack, el chico de cinco años que ignora la brutalidad de su
origen y la sordidez del mundo en el que vive junto a Ma, esa mujer de
adolescencia trunca y de existencia sesgada para toda la vida. Jack es el
narrador de esta historia (el mismo recurso se parece, peligrosamente, al que
utiliza otra película de existencia sesgada y personalidad escindida como la
maravillosa La vida es una eterna ilusión, de
Jaco van Dormael) y lo que en principio puede parecer un acierto, como
señalábamos antes, con el correr del metraje descubrimos que la película
utiliza la inocencia para enmascarar los hechos y no investigar por qué se
producen. En ese sentido es notable la escena en la cual el padre de Ma rechaza
al chico; es notable no por lo terrible del hecho (que un abuelo rechace a su
nieto por ser fruto de una violación) sino porque queda prístinamente en
relieve el juicio moral que lleva adelante LA HABITACIÓN: el no soportar de qué
forma está hecha la verdad saca al abuelo de la pantalla, y con su salida se va
la posibilidad de bucear en lo colectivo a través de un mundo individual. Que
Jack quiera volver a la habitación donde empezó su vida no alcanza para abrir
una ventana, sino para cerrarla definitivamente.
MISIÓN RESCATE (The martian; USA, 2015. Dirigida por Ridley Scott.
Escrita por Drew Goddard. Producida por Simon
Kinberg, Ridley Scott, Michael Schaefer, Mark Huffam. Fotografía: Dariusz
Wolski. Montaje: Pietro Scalia. Intérpretes: Matt Damon, Jessica Chastain,
Chiwetel Ejiofor, Jeff Daniels, Kristen Wiig. 144 minutos)
7 nominaciones:
Mejor Película, Mejor Actor (Matt Damon), Mejor Guión Adaptado, Mejor Diseño de
Producción, Mejores Efectos Visuales, Mejor Edición de Sonido, Mejor Mezcla de
Sonido.
El astronauta
Mark Watney queda varado en Marte luego de una tormenta furiosa (una furiosa
tormenta marciana) y por los próximos meses, años tal vez, no podrá volver a la
tierra y se quedará ahí solo en el planeta rojo. Sus compañeros creen que está
muerto, y él sabe que eso deben pensar ellos, así que en los próximos meses,
años tal vez, Watney deberá aguzar el ingenio para comunicarse con la Tierra. Y
alimentarse cuando escaseen los alimentos. Y administrar el aire. Y cuidarse de
nuevas tormentas. Ridley Scott, el mismo de Alien,
el octavo pasajero, encuentra con MISIÓN RESCATE otra manera de enfrentar
la supervivencia, quizás menos truculenta que la del invasor de otro mundo pero
que también enfrenta el horror al vacío de la existencia. La película es muy
divertida además, y si algo se extraña es que no sea más larga para que Watney
(Matt Damon, fantástico) tenga mayores posibilidades de pensar y meditar sobre
cómo puede volver orgánica esa tierra alienígena. Lo resuelve con absoluta
pericia, pero pareciera que en el cine de Hollywood (en otros también, pero a
lo mejor se podrían plantear hacerlo) pensar o leer frente a cámara es una
pérdida de tiempo. Es el único punto flojo de esta disfrutable y por momentos
honda reflexión sobre la vida en tiempos revueltos.
EN PRIMERA PLANA (Spotlight; USA, 2015. Dirigida por Tom McCarthy.
Escrita por Tom McCarthy y Josh Singer. Producida por Michael Sugar, Steve Golin, Nicole Rocklin,
Blye Pagon Faust. Fotografía: Masanobu Takayanagi.
Montaje: Tom McArdle. Intérpretes: Michael Keaton, Mark Ruffalo, Rachel
McAdams, Brian D’Arcy James. 128 minutos)
6 nominaciones:
Mejor Película, Mejor Director, Mejor Actor de Reparto (Mark Ruffalo), Mejor
Actriz de Reparto (Rachel McAdams), Mejor Guión Original, Mejor Montaje.
El equipo de Spotlight, la sección de investigación
del “Boston Globe”, descubre que la iglesia católica esconde el crimen que
varios sacerdotes de su orden cometieron contra los niños de sus parroquias.
Varios significa que pueden ser cientos, que la pedofilia sea una práctica
usual en la congregación desde siempre, que es una cuestión conocida entre los
feligreses y hasta tolerada por la política. Es un escándalo mayúsculo, pero el
equipo de Spotlight no puede –ni debe-
dar a conocer la información sin estar convencido de la veracidad de lo que va
a acusar. Y en esto radica el mérito de EN PRIMERA PLANA, en mostrarnos el
avance de la investigación y en cómo repercute cada noticia en el ánimo de los
periodistas, en los tiempos muertos donde calmar el desborde, en el trabajo que
lleva obtener una primicia y en la responsabilidad que implica darla a conocer.
Esta es una película sin héroes ni villanos; probablemente esté poblada por gente hipócrita o equivocada que pugna por sostener el statu quo en el cual se conformó
como sociedad, statu quo que tarde o temprano se derrumba por el peso de la verdad, o
de la burocracia.
MAD MAX - FURIA EN EL CAMINO
(Mad Max: Fury road; Australia/USA, 2015. Dirigida por George Miller. Escrita
por George Miller y Brendan McCarthy. Producida por Doug Mitchell, George Miller. Fotografía: John Seale.
Montaje: Margaret Sixel. Intérpretes: Tom Hardy, Charlize Theron, Nicholas Hoult,
Hugh Keays-Byrne. 120 minutos)
10 nominaciones:
Mejor Película, Mejor Director, Mejor Fotografía, Mejor Montaje, Mejor
Vestuario, Mejor Maquillaje y Peluquería, Mejor Diseño de Producción, Mejores
Efectos Visuales, Mejor Edición de Sonido, Mejor Mezcla de Sonido.
Estamos en el futuro, no sabemos
si cercano o lejano. El mundo conocido fue tomado por algunos que lo dominan
geográfica y demográficamente, y que limitan la existencia de los otros a
esperar a que les sirvan agua desde la torre del poder. Max Rockatansky, que alguna
vez fue un resistente a estos cambios, ahora está tan loco que es incapaz de
sentir dolor. Todos están locos en ese mundo construido sobre la basura de la
Historia: Max, Imperator Furiosa y sus ansias de escapar de allí, las vestales
de Immortan Joe, los kamikazes que aspiran al valhalla inconcientes de su
humanidad con Nux como referente y traidor, las amazonas del desierto… ¿La
opción es emigrar del infierno para aspirar al purgatorio? MAD MAX - FURY ROAD es una película
extraordinaria. Su historia puede observarse desde la más rancia fantasía o desde
ciertos aspectos de la realpolitik, o bien desde los escombros del
existencialismo o de las más atávicas aristas religiosas. Pero eso no interesa
a la hora de observar cada imagen y observar cómo transcurre el tiempo en ellas
(¡sí, el tiempo no está escindido en cada cuadro!), y cómo el color no es un
mero acompañamiento estético de la historia sino que crea su propio sentido a
partir de la pregnancia de su temperatura. Es una obra de arte, sin dudas, lo
que no significa que sea una obra maestra. Y eso quizás no importe en absoluto.
BROOKLYN (Irlanda/Reino
Unido/Canadá, 2015. Dirigida por John Crowley. Escrita por Nick Hornby.
Producida por Finola Dwyer, Amanda Posey. Fotografía: Yves Bélanger. Montaje:
Jake Roberts. Intérpretes:
Saoirse Ronan, Emory Cohen, Domhnall Gleeson, Jim Broadbent, Julie Walters. 111 minutos)
3 nominaciones:
Mejor Película, Mejor Actriz, Mejor Guión Adaptado.
Irlanda, a
mediados de los años ’50. Eilis Lacey sobrevive como dependiente de una
panadería con ínfulas de boulangerie, la
tienda de ramos generales de Miss Kelly, donde los pobres no son bienvenidos,
los ricos si a gatas pueden sostenerlo, y los chismes corren como moneda de
trueque. Eilis no tiene futuro en ese pueblo de luces menguantes que atraviesan
sus calles breves; su hermana Rose lo comprende primero que ella y la embarca
en la única opción posible, emigrar, a los Estados Unidos, a Nueva York, a
Brooklyn. Así, tan lejos. Tan joven e inexperta que es Eilis, tan frágil, tan
ancho que es el mar ahí cerca de la costa, tan inconmensurable e inconmovible
que se la tragará. Pero no. Eilis llega a puerto. Siempre hay alguien que habrá
de cuidarte en la travesía, alguien que ya pasó por lo que vas a pasar por vez
primera. Y no estará tan lejos, promete escribir a diario para que mamá y Rose
no estén solas. Y comienza a trabajar en una tienda por departamentos donde la
tristeza aflora con intensidad a través de sus ojos desnudos. Y aunque el padre
Flood la impulse a estudiar contabilidad la tristeza y la soledad se adueñan de
cada uno de los días que dura acostumbrarse a echar nuevas raíces. Hay otras
chicas en la pensión de Mrs. Keogh, no tan distintas a ella, acostumbradas a
los bailes para irlandeses en la iglesia del padre Flood, bailes donde se
conocen muchachos irlandeses tan solos como Eillis, o donde un muchacho
italiano que gusta de las pelirrojas se cuela y resulta la compañía adecuada,
aquella que podrá atraerla otra vez a una familia, aquella que le arranque una
sonrisa y le demuestre que aún el crudo invierno neoyorkino puede darle otra
oportunidad si la primera cita es un desastre, más aún si van al cine a ver
“Cantando bajo la lluvia” y la noche luminosa invita a caminar por el parque.
Nada más cercano a la felicidad, tal vez la primera ocasión en la que Eilis
sienta que es dueña de su vida y se anime a entrar al mar en Coney Island, con
su malla verde nueva y su mujer recién estrenada. Y luego otra vez la tristeza,
inexorable, allende el océano, y el amor que Tony y Eilis se prometen, o se
juran. Y una vuelta a Irlanda que descubre que ya no es la misma chica que se
fue envuelta en la neblina; ahora es una mujer que resuelve los asuntos que se
le cruzan con absoluta decisión, así se confunda y sienta que al volver una
nueva vida empieza en casa, lo que tal vez sea imposible si ya se le partió el
corazón en dos.
BROOKLYN es una
de esas películas que aparecen de tanto en tanto, una que quizás sin
proponérselo se convierte en inolvidable para los que no pase inadvertida, una
que invita a pensar que las grandes historias son las que presentan frente a la
cámara la metamorfosis de un personaje sin que advirtamos el derrotero de su
crecimiento, de su adquisición de sabiduría. Y BROOKLYN también es una película
épica porque revisa la epopeya de la clase trabajadora de aquellos tiempos aún
cercanos, esa que se vio forzada a buscar un horizonte venturoso en otras
latitudes, la que se llevó la vida de tantos que ni siquiera se asomaron a un
día feliz hasta la muerte. Y John Crowley narra, sin imprimir velocidad, el
vértigo en el espíritu de Eilis, esa niña que se transforma en mujer no por el
amor de un hombre sino por su propio albedrío, por su silenciosa rebeldía hacia
el dolor que impone el desarraigo. Y cuando Crowley le abra el juego al color,
cuando Eilis se vuelva delicada y respetuosamente mundana, la película cobra
tal vitalidad y emoción que el espectador llega a sentir tal empatía con el
personaje que hasta si quiere podrá relacionarlo con la juventud de alguna de
las mujeres de la propia familia, aquellas que en tiempos duros supieron
ubicarse en cierto lugar del mundo para abrirle paso al duro trabajo de
ofrecerle más vida a la propia existencia. Sí, así es BROOKLYN, tan
minuciosamente bien escrita por Nick Hornby a partir del libro de Cólm Toibín
que nadie habrá de sentirse ajeno a la actitud de sus criaturas, que en el
fondo son lo más parecido a nosotros mismos que nos haya dado el cine ahí donde
estemos, así sea en otro tiempo y en otra realidad. Gran parte del mérito de
esta obra se debe a la actuación prodigiosa de Saoirse Ronan como Eilis. Ronan,
a los 21 años, es capaz de expresar a través de sus ojos el mundo perdido y el
universo encontrado en la cubierta del barco, la aflicción por la muerte de la
infancia y la dicha por descubrir que aún sueña en la vigilia; y es capaz de
articular en un silencio sin gestos cómo rompe el mar contra la costa para
luego besar la playa. Es muy difícil describir qué se siente al ver su rostro
hermoso en la pantalla, sus ojos color cielo que alumbran la oscuridad del
cine. Tal vez pueda expresarse que como otros rostros en la historia de
Hollywood el de Saoirse represente una época que tarde o temprano será lejana,
y que alguien cuando la vea la recordará con esa nostalgia típica de saberse humano
en el ubicuo mundo de las sombras proyectadas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario