5 de septiembre de 2009

Dar gracias

En esta semana empezó septiembre y este blog cumplió un mes. Nada de tiempo en la historia del mundo pero uno nota que las cosas van cambiando.
Dos informaciones dos. La primera refiere a que del 19 de septiembre al 4 de octubre se realizará en la ciudad de Buenos Aires el 3er. Festival Internacional de Títeres al Sur, gran evento cultural que organiza el Grupo de Teatro Catalinas Sur y que presentará espectáculos para chicos y grandes de elencos nacionales e internacionales (Rusia, Turquía, España, Italia, México, Perú, Brasil y Colombia). Este encuentro seguirá trabajando en la integración con lo social y tendrá como sedes el Galpón de Catalinas, el Teatro La Máscara, el Comedor Los Pibes, el Circuito Cultural Barracas, el Centro Comunitario Mate Cocido (Bajo Flores), el Centro Comunitario Santa María de Luján (Villa Soldati), ECuNHi (Espacio Cultural nuestros hijos, ex Esma) y plazas de Mataderos, La Boca y Parque Patricios donde se realizarán funciones al aire libre. Habrá también funciones especiales en El jardín de los abrazos (Ciudad Oculta), otras cerradas para los chicos de los Institutos de Menores San Martín y Roca y un ciclo especialmente dedicado a los adultos en horario nocturno. Habrá espectáculos con entrada libre y otros con precios que oscilan entre los $ 15 y $ 20. Para más información,
www.catalinasur.com.ar.
La segunda. El 26 de septiembre a las 16 comienza el Seminario de Iniciación a las Danzas Zíngaras dictado por Roxana Di Chiaro en La Dama de Bollini, Pasaje Bollini 2281, entre Peña y Pacheco de Melo, dentro del ciclo Flamenco Moro. Solo se necesita llevar unos zapatitos de tacón, una falda, y ganas. Informes en los teléfonos 4805-6399 / 4757-7646, www.laalhambra-tk.blogspot.com


Dar gracias

LA GRACIA, de Lautaro Vilo. Dirigida por Rubén Szuchmacher. Coordinación de Producción: Paula Travnik y Gabriel Cabrera. Diseño de Iluminación: Gonzalo Córdova. Escenografía y Vestuario: Jorge Ferrari. Intérpretes: Berta Gagliano, Juan Manuel Torres. Sábados a las 20. El Kafka, Lambaré 866. 4862-5439

Dicen que el tiempo todo lo cura, que el dolor será apenas una sensación en la mente cuando ya todo ha pasado. ¿El tiempo es similar al olvido? Al contrario; si se lo ama a Dios el tiempo debiera ser memoria. ¿Y por qué habría que amar a Dios? Porque en Dios habitan la caridad de un amor sincero, la esperanza de recibir la bendición divina y la fe de creer en algo. Y nosotros, humanos, a partir de ese amor a Dios debiéramos amar a nuestros semejantes tanto como a nosotros mismos, en un tiempo constante y permanente. Es nuestra misión verdadera, la mayor de nuestras obligaciones, mucho más que imponernos a nuestra naturaleza y caer en la tentación de perdonar. Amar y comprender, tan solo eso, no para llegar al cielo sino para ser mejores.
Esos pensamientos los deja La gracia, de Lautaro Vilo, después de haberla visto en El Kafka. Pero no son pensamientos tranquilizadores, porque en la platea no somos capaces de llevarlos a la práctica. A medida que avance la revelación de los hechos habrá quienes tilden de loca a esa mujer que viene a reconfortar a un enfermo, un enfermo que, a medida que avance la revelación de los hechos, tal vez merezca la muerte. ¿Podemos comprender las acciones de los demás? ¿Ella está loca? ¿Él merece la muerte? ¿Dios se presenta en esa sala de hospital? ¿Dios es confiable? ¿Podemos confiar ciegamente en Dios? ¿Qué gracia podrá revelarse cuando todos los mandamientos han sido violados? La forma del Decálogo es negativa para darle libertad al hombre: el hombre puede hacer lo que le plazca, menos lo que está prohibido. En La gracia se toma el nombre de Dios en vano, no se honran las fiestas, no se honra a los padres, se mata, se cometen actos impuros, se roba, se levanta falso testimonio y se miente, se consienten los pensamientos y deseos impuros, se codician los bienes ajenos. Se es humano en La gracia, tan humanos que da asco. Y ahí se revela la gracia justamente, en ese asco catártico y en esa vergüenza ajena que la luz cruda ni matiza ni conduele, porque en todo eso hay belleza, y hay paz, y hay vida.
De acuerdo al dogma uno de los principios espirituales es dar. Dar lo que se tiene, así sea las gracias. La gracia es un texto maduro porque es serio, y es un texto necesario porque es infrecuente. Y es un texto reflexivo, divertido, angustiante, violento, extraño, inclasificable. Es un diálogo donde uno no habla porque no puede y está forzado a escuchar con impaciencia, hasta que empieza a oír pacientemente y entiende lo desconocido. Ese uno de referencia es el enfermo, no la platea, aunque la arenga tierna de la mujer o el frío del código penal nos interpele y nos involucre. Y La gracia es la puesta en escena de un maestro, no porque este espectáculo sea una obra maestra sino porque su director nos enseña a ver la teatralidad despojada de artificios y siempre nos da lo que tiene.

No hay comentarios:

Publicar un comentario