Perú, 2009. Escrita y dirigida por Héctor Gálvez. Producida por Enid Campos y Josué Méndez. Fotografía: Mario Bassino. Montaje: Eric Williams. Intérpretes: Yiliana Chong, Joaquín Ventura, José Luis García, Gabriela Tello, William Gómez. Competencia Internacional
Hablar de la pobreza en Latinoamérica, hoy, no tiene sentido porque hay que pasar a la acción. Una de esas formas de actuar es empuñando una cámara de cine que recorte el tema sin miserias ni esteticismos vanos, como hace Héctor Gálvez en PARAÍSO. PARAÍSO es una película contundente porque no golpea ni declama sobre el tema en cuestión en ninguna de sus imágenes; lo expone, lo observa, lo desarrolla y si es necesario lo grita sin histeria pero con firmeza. PARAÍSO no se regodea en liturgias for export como La teta asustada ni tampoco tiene factura de ONG a la vista como un trabajo destinado al público bienpensante. Se dirige a su Perú seco con la esperanza adolescente de unos chicos con los pies en la tierra y concientes de su lugar en el mundo, que saben quitarse el polvo de los zapatos y columpiarse en un trapecio sin que los maree la altura.
THE ROBBER (Der Räuber / El ladrón)
Austria/Alemania, 2010. Dirigida por Benjamín Heisenber. Guión de Benjamín Heinsenberg y Martin Prinz. Producida por Michael Kitzberger y Nikolaus Geyrhalter. Fotografía: Reinhold Vorschneider. Montaje: Andrea Wagner y Benjamín Heisenberg. Intérpretes: Andreas Lust, Franziska Weisz, Markus Schleinzer. Competencia Internacional
THE ROBBER podría ser la versión inmoral de El carterista (Pickpocket, Robert Bresson, 1959), la respuesta lacónica y nihilista a El mundo frente a mí (The loneliness of the long distance runner, Tony Richardson, 1962), o la vuelta de tuerca política a Duro de matar (Die hard, John McTiernan, 1988). Porque además de ser un índice de las contradicciones de la Unión Europea, THE ROBBER es un gran entretenimiento con un villano heroico y desmesuradamente hombre. Frente a la deshumanización del sistema Johann Rettenberg decide ponerlo en marcha de manera unilateral. Es lógico que no será suficiente: los planos generales de Benjamin Heisenberg, con un ladrón armado y portando una máscara neutra, apenas si conmueven a un alrededor que solamente gira para mirar de soslayo el movimiento de un desesperado corredor de larga distancia. En esos planos generales queda claro que el sistema, más tarde o más temprano, le quitará el aliento a Rettenberg. Una película impecable y que se sabe testigo presencial de su tiempo.
Suecia, 2009. Escrita y dirigida por Jesper Ganslandt. Producida por Jesper Kurlandsky. Fotografía: Fredrik Wenzel. Montaje: Jesper Ganslandt. Intérpretes: Olle Sarri, Eva Rexed, Francois Joyce, Sean Pietrulewicz, Niclas Gillis. Panorama
En el BAFICI 10 se presentó en la competencia Cine del Futuro la primera película de Jesper Ganslandt, Farväl Falkenberg, un sentido homenaje a la adolescencia y un estudio sobre la anomia social sueca que dejaba tantas ideas como varias melancolías. Por esa razón su segundo largometraje en solitario despertaba un interés extra a la síntesis que presenta el catálogo del BAFICI 12. Una pena que ese interés se viera defraudado por un estilo ajeno (una cruza de gore con sentido de justicia social) y por una historia que de lo policial deriva a lo patológico sin demasiada eficacia y sin suficiente sustento. La historia de un asesino filial (de quien nunca conoceremos sus móviles) podría generar rechazo (otra forma de empatía), pero en este caso Krister, el asesino, deja de crear interés a medida que lo gana la histeria, y Ganslandt intenta alguna sutileza en el final que termina por corroborar el trazo grueso.
Filipinas/Francia, 2009. Dirigida por Brillante Mendoza. Guión de Armando Lao. Producida por Didier Costet, Ferdinand Lapuz. Fotografía: Odyssey Flores. Montaje: Kats Serraon. Intérpretes: Coco Martin, Mercedes Cabral, Julio Díaz, Jhong Hilario. Panorama - Nocturna
No hay películas sin concesiones porque cada película parte de una consensuada decisión previa. No hay películas de denuncia porque las películas sólo se limitan a contar una historia. No hay películas necesarias porque hay mucha gente que puede vivir sin ellas. No hay películas urgentes porque para el cine el hoy es perpetuo. Entonces, ¿qué sentido tiene KINATAY? ¿Qué sentido tiene ver la matanza que presenta? ¿Qué sentido tiene abandonar la proyección, si sabemos que el cine siempre es la misma sombra en una sala oscura? KINATAY (matanza) tiene sentido porque a Brillante Mendoza le duele más el caos a la luz del día que la noche infernal de Filipinas. Y se encarga de mostrarnos la mascarada diurna donde también se descuartizan cuerpos y se administra justicia como si se despachara un plato de fideos. Eso le duele a Brillante Mendoza, le duele su sociedad prostituida sin el amparo de un prostíbulo. Y nos presenta esa sociedad forzando el realismo para que veamos más que lo que nos muestra. En KINATAY no hay héroes, ni hay mártires, ni hay víctimas. Hay masa, friéndose a fuego lento, una masa indigna, porque Peping ya había perdido la dignidad mucho antes que esa noche. Y eso duele, porque hay películas que duelen cuando uno las ve, como KINATAY, una extraordinaria muestra de un mundo que sufre por su propia culpa.
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