Una vez una señora finlandesa me dijo que los finlandeses se llevan perfecto con su prójimo porque siempre están a una distancia aproximada de cincuenta centímetros del otro, lo cual significaría para nosotros un cierto desapego y una suerte de distanciamiento respecto de los demás; pero también podemos verlo como una conducta relativa al intenso frío que domina esa tierra durante el invierno, porque cada uno debe preservar su propio calor. Los finlandeses son algo así como la antítesis de nosotros los argentinos, que no soportaríamos vivir despegados de los demás y de nuestras circunstancias. Pero a los dos pueblos nos hermana el tango. Claro, el tango finlandés es el primo europeo del tango argentino, aunque parezca una polca y sea más melancólico que nuestra melancolía. El tango finlandés le canta a la naturaleza, sobre todo al verano, y también al recuerdo de tiempos mejores, aunque en Finlandia no haya problemas de pobreza y los tiempos mejores no sean mensurables en dinero.
La Tero Saarinen Company, venida desde Helsinki, presentó STRAVINSKY EVENING, espectáculo compuesto por las obras Petrushka y HUNT – La consagración de la primavera, un programa con demonios acordeonistas, muñecos humanizados, fragmentación estroboscópica del tiempo, todas las imágenes del universo en un solo pecho y música de Igor Stravinsky. En su página web Tero Saarinen, reconocido coreógrafo finlandés y director de su propia compañía, dice que aunque creo que estamos en constante cambio y evolución, al mismo tiempo siento un profundo respeto por la tradición y por el pasado: no podemos evitar cargar la herencia de nuestros ancestros en nuestra mente y en nuestros cuerpos. Y algo de eso se aprecia en ambos trabajos, concebidos en los finales de la Rusia zarista para Les Ballets Russes de Sergei Diágilev e interpretados por Vaslav Nijinsky: hay que recordar que Finlandia se transforma en nación independiente en 1917, habiendo sido hasta entonces un ducado ruso. Entonces esas palabras de Saarinen adquieren mucho más sentido cuando los muñecos del teatrino de San Petersburgo cobran vida ante los acordes de dos especies de demonios extraídos del Kalevala, el poema épico que compilara Elias Lönnrot en el siglo XIX y que sirve de base a la gestación metafísica del pueblo suomi.
Este Petrushka de Saarinen tiene tres personajes (Petrushka, la Bailarina y el Moro), dos acordeonistas, una pista de luces en escena y un ciclorama que le da perspectiva al espacio. El resto es sangre. La sangre que se agita en los bailarines y la sangre metafórica que impulsa el corazón artístico. Bastan algunos movimientos para comprender de qué se trata: tres muñecos de feria cobran vida a partir de la música, Petrushka se enamora de la Bailarina, la Bailarina se enamora del Moro, los hombres pelean por la mujer y Petrushka, en un arranque de furia, ataca al Moro quien lo mata en defensa propia. Por esto vuelven a ser muñecos, aunque Petrushka es un muñeco de paja deshecho en la pista. La música bate la sangre y el movimiento, y además de narrar expresa pasión, lealtad, soberbia, respeto, locura, dolor. Antes decíamos que el tango finlandés era más melancólico que el argentino, y tal vez lo sea por el resuello de los acordeones, esos instrumentos que respiran la música que surge de ellos y que pareciera darles aliento a los bailarines, ahí junto a ellos (baste recordar cómo gira sobre su eje Henrikki Heikkilä, el Moro, mientras los acordes se vuelven cada vez más disonantes). Por su parte HUNT-La consagración de la primavera radicaliza aún más la propuesta ya que se vale solamente de la luz para presentar la escena, donde el propio Saarinen oficia de demiurgo del alma humana: puede ser un hombre, puede ser una mujer, puede oficiar el ritual atávico de engendrar como también ejercer la violencia de parir la vida, esos pilares en los que se apoya la danza butoh en su búsqueda de un nuevo cuerpo. HUNT es una pieza humanista, formalmente bellísima y difícilmente olvidable. Ese cuerpo que se conmueve danzando es el reflejo de un mundo en constante marcha, escindido como una pieza de origami, pantalla de todas las imágenes posibles y en perpetuo presente, y fragmento de tiempo en el espacio y la oscuridad. Es que la conclusión que uno puede sacar respecto de la danza siendo un lego en la materia es que el tiempo se suspende en el movimiento.
La danza es mi intento por comprender la naturaleza humana y sus múltiples manifestaciones, dice Saarinen; con la danza quiero alcanzar lo inefable, lo inexplicable, lo innombrable. Creo en la danza que habla por sí misma. Con esta declaración de principios de un artista insospechado al menos para quien escribe, comenzó el VII FIBA en la Sala Martín Coronado del Teatro General San Martín. Un comienzo tan cercano que más que desdecir a esa señora finlandesa del principio permite comprender otras formas de vivir y de pensar, y no hablamos solamente de vivir y de pensar el arte.
STRAVINSKY EVENING / VELADA CON STRAVINSKY, de y dirigida por Tero Saarinen para la Tero Saarinen Company. Música: Igor Stravinsky. Coreografía: Tero Saarinen. Arreglos Musicales y Ejecución (Petrushka): James Crabb, Geir Draugsvoll. Grabación Musical (HUNT-La consagración de la primavera): Esa-Pekka Salonen y la Philarmonia Orchestra. Diseño de Iluminación: Mikki Kunttu. Diseño de Sonido: Jukka Kavén.Diseño de Vestuario: Erika Turunen. Intérpretes: Carl Knif, Sini Länsivuori, Henrikki Heikkilä, Tero Saarinen. Sala Martín Coronado, Teatro General San Martín.
La Tero Saarinen Company, venida desde Helsinki, presentó STRAVINSKY EVENING, espectáculo compuesto por las obras Petrushka y HUNT – La consagración de la primavera, un programa con demonios acordeonistas, muñecos humanizados, fragmentación estroboscópica del tiempo, todas las imágenes del universo en un solo pecho y música de Igor Stravinsky. En su página web Tero Saarinen, reconocido coreógrafo finlandés y director de su propia compañía, dice que aunque creo que estamos en constante cambio y evolución, al mismo tiempo siento un profundo respeto por la tradición y por el pasado: no podemos evitar cargar la herencia de nuestros ancestros en nuestra mente y en nuestros cuerpos. Y algo de eso se aprecia en ambos trabajos, concebidos en los finales de la Rusia zarista para Les Ballets Russes de Sergei Diágilev e interpretados por Vaslav Nijinsky: hay que recordar que Finlandia se transforma en nación independiente en 1917, habiendo sido hasta entonces un ducado ruso. Entonces esas palabras de Saarinen adquieren mucho más sentido cuando los muñecos del teatrino de San Petersburgo cobran vida ante los acordes de dos especies de demonios extraídos del Kalevala, el poema épico que compilara Elias Lönnrot en el siglo XIX y que sirve de base a la gestación metafísica del pueblo suomi.
Este Petrushka de Saarinen tiene tres personajes (Petrushka, la Bailarina y el Moro), dos acordeonistas, una pista de luces en escena y un ciclorama que le da perspectiva al espacio. El resto es sangre. La sangre que se agita en los bailarines y la sangre metafórica que impulsa el corazón artístico. Bastan algunos movimientos para comprender de qué se trata: tres muñecos de feria cobran vida a partir de la música, Petrushka se enamora de la Bailarina, la Bailarina se enamora del Moro, los hombres pelean por la mujer y Petrushka, en un arranque de furia, ataca al Moro quien lo mata en defensa propia. Por esto vuelven a ser muñecos, aunque Petrushka es un muñeco de paja deshecho en la pista. La música bate la sangre y el movimiento, y además de narrar expresa pasión, lealtad, soberbia, respeto, locura, dolor. Antes decíamos que el tango finlandés era más melancólico que el argentino, y tal vez lo sea por el resuello de los acordeones, esos instrumentos que respiran la música que surge de ellos y que pareciera darles aliento a los bailarines, ahí junto a ellos (baste recordar cómo gira sobre su eje Henrikki Heikkilä, el Moro, mientras los acordes se vuelven cada vez más disonantes). Por su parte HUNT-La consagración de la primavera radicaliza aún más la propuesta ya que se vale solamente de la luz para presentar la escena, donde el propio Saarinen oficia de demiurgo del alma humana: puede ser un hombre, puede ser una mujer, puede oficiar el ritual atávico de engendrar como también ejercer la violencia de parir la vida, esos pilares en los que se apoya la danza butoh en su búsqueda de un nuevo cuerpo. HUNT es una pieza humanista, formalmente bellísima y difícilmente olvidable. Ese cuerpo que se conmueve danzando es el reflejo de un mundo en constante marcha, escindido como una pieza de origami, pantalla de todas las imágenes posibles y en perpetuo presente, y fragmento de tiempo en el espacio y la oscuridad. Es que la conclusión que uno puede sacar respecto de la danza siendo un lego en la materia es que el tiempo se suspende en el movimiento.
La danza es mi intento por comprender la naturaleza humana y sus múltiples manifestaciones, dice Saarinen; con la danza quiero alcanzar lo inefable, lo inexplicable, lo innombrable. Creo en la danza que habla por sí misma. Con esta declaración de principios de un artista insospechado al menos para quien escribe, comenzó el VII FIBA en la Sala Martín Coronado del Teatro General San Martín. Un comienzo tan cercano que más que desdecir a esa señora finlandesa del principio permite comprender otras formas de vivir y de pensar, y no hablamos solamente de vivir y de pensar el arte.
STRAVINSKY EVENING / VELADA CON STRAVINSKY, de y dirigida por Tero Saarinen para la Tero Saarinen Company. Música: Igor Stravinsky. Coreografía: Tero Saarinen. Arreglos Musicales y Ejecución (Petrushka): James Crabb, Geir Draugsvoll. Grabación Musical (HUNT-La consagración de la primavera): Esa-Pekka Salonen y la Philarmonia Orchestra. Diseño de Iluminación: Mikki Kunttu. Diseño de Sonido: Jukka Kavén.Diseño de Vestuario: Erika Turunen. Intérpretes: Carl Knif, Sini Länsivuori, Henrikki Heikkilä, Tero Saarinen. Sala Martín Coronado, Teatro General San Martín.
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